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Fernando Berlín, el autor de este blog, es director de radiocable.com y participa en diversos medios de comunicación españoles.¿Quien soy?english edition.

De «Caín» la última novela del autor, podría deducirse que José Saramago no cree en Dios. Sería un profundo error pues Dios sí existe y se llama José Saramago.

Puede que no sea el único que exista. Probablemente entre ustedes haya otros, leyendo esto y sentados por aquí. Porque Dios es el nombre que nos hemos inventado los humanos para definir a quien sabe compadecerse de los demás, adelantarse a lo que ocurre y ofrecer explicaciones lúcidas sobre el mundo que nos rodea.

La lucidez de José Saramago va paralela a su capacidad para adelantarse al mundo que vivimos. Lo supe poco después del año 2000, año en que cayó en mis manos «La Caverna». En esa obra el Nobel de Literatura retrataba a una familia de alfareros a quienes la sociedad del consumo, la industrial, la del mal llamado progreso, fuerza su traslado. Su pequeña artesanía no podía competir con las máquinas que fabrican en serie platos y jarras. Después de una serie de acontecimientos terminan por vivir, como todos sus vecinos, dentro de un gran centro comercial y de ocio, que tiene viviendas, y donde los propietarios han construido escenarios para reproducir artificialmente la lluvia y la nieve; para que todo esté siempre bajo control. Ay… la ansiedad humana por el control.

Aquella novela me vino a la cabeza el día 14 de septiembre de 2001 cuando un inquietante grupo de empresarios, -ironías de la vida, algunos iraquíes- y varios políticos españoles colocaron la primera piedra de Xanadú, cerca de Madrid. Es el primer centro comercial en España que tiene una pista de esquí artificial (vídeo)  en su interior. Está apenas a unos  kilómetros de la montaña real pero allí no llueve, no nieva, siempre hace la misma temperatura y está rodeado de tiendas. Se puede esquiar en verano y además, uno puede dejar a sus hijos corretear por allí sin miedo, con seguridad. Porque está todo bajo control.

El alcalde y los empresarios poniendo objetos en la primera piedra (vídeo)

Las sociedades que creen que todo está bajo control son siempre las mas vulnerables. Que se lo digan si nó al alcalde, que colocó ese día las portadas de los periódicos dentro de la primera piedra de Xanadú (hay una costumbre que consiste en dejar testimonio del día en que comenzaron las obras, por si se abriera en el futuro). Resulta que 48 horas antes, un grupo de fanáticos religiosos había estrellado aviones contra las torres gemelas y las portadas de los diarios recogían ese día que América había sido atacada, y que estábamos en máxima alerta mundial. Una Hecatombe terrorista contra EEUU. Que paradoja, -me dijo Leo Bassi-, querían un sitio donde la seguridad estuviera bajo control y se ven obligados a construirlo sobre la base de esos diarios. Una sociedad ficticia, virtual, como Second Life, y basamentada sobre el miedo.

En el año 2004 la historia volvió a repetirse. Saramago publicó «Ensayo sobre la lucidez» donde un gran atentado provoca la movilización electoral, la agitación democrática. En esos días tuvo lugar en España el atentado del 11 de marzo, a pocas horas de las elecciones generales. Y hay más: En el año 95 Saramago había publicado «Ensayo sobre la ceguera» en la que la sociedad se ve empujada a la inmundicia por la incapacidad del Estado para hacer frente a una epidemia generalizada. La historia es una metáfora de algo mucho más complejo, pero creanme que una lectura superficial nos hará descubrir paralelismos entre el libro y la ola de pánico, e inseguridad y que puede desatarse con la gripe A si no estamos despiertos.

Evidentemente no estoy diciendo que Saramago sea una suerte de profético Nostradamus. Digo que el mundo que estamos dibujando es peligroso. En nuestra mano está que dejemos que sea la razón y la ley quien lo regule o que prefiramos abandonarnos al cálido dogmatismo en el que parece que todo está siempre bajo control.

Eso es de lo que advierte realmente «Caín», la última novela de Saramago. Lo pienso mientras veo las cosas que decían las miles de personas que se manifestaron contra el aborto en Madrid el otro día.

[Parte de este texto lo escribí el otro día para la conferencia de Penafiel, Portugal, sobre José Saramago -leer parte2-]

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