El edificio del New York Times

El uso de información procedente de personas sin identificar es una de las cuestiones más polémicas para el periodismo desde siempre. Las fuentes anónimas han permitido conocer noticias como el Watergate o los vuelos y cárceles secretas de la CIA pero también han abierto la puerta a calumnias y escándalos infundados. El New York Times, una de las cabeceras más prestigiosas de EEUU y el planeta, ha sufrido varios golpes en los últimos años por esta cuestión. Por ello en 2004 endurecieron su política al respecto. Ahora han revisado los resultados, haciendo autocrítica y hasta pedagogía respondiendo a preguntas en Internet sobre el anónimato de las fuentes.

Un editor del Times, Clark Hoyt pidió a los alumnos de la Universidad de Columbia que repasaran el uso de fuentes sin identificar en las informaciones del periódico en los últimos cuatro años. Y comprobó que se habían reducido significativamente desde la crisis que pasaron varios medios de EEUU. Sin embargo seguía habiendo casos en los que o no estaba bien justificado el anonimato de la fuente o no se daba suficiente información sobre su fiabilidad.

De resultas a esto, el editor ejecutivo del New York Times, Bill Keller, escribió un memorandum actualizando las normas para usar este recurso y Jill Abramson, la editora jefe ha respondido a preguntas de los lectores sobre el anónimato de las fuentes.

Explica que en el caso de descubrirse que la fuente sin identificar ha mentido, lo más importante es publicar la rectificación. Y aunque algunos periodistas se consideran liberados de su compromiso de guardar el anonimato de un informante si este no les dice la verdad, el NY Times no sigue esa política. Abramson también justifica que el clima actual de secretismo en los gobiernos e incluso la facilidad con la que las historias llegan a cualquier rincon gracias a Internet, hace que muchas fuentes fiables pidan el anonimato para no sufrir represalias.

En el NY Times o el Washington Post, los reporteros deben insistir en la identificación de sus fuentes, comunicárselo a al menos un editor del diario y aclarar en su artículo los motivos por los que su informador necesita el anonimato.

En España, las fuentes anónimas también son un recurso habitual en el periodismo. El Libro de estilo del diario El País dedica más de 12 artículos a esta cuestión. Uno de ellos dice que en términos generales «no resulta interesante conocer una opinión si no se sabe quién la avala». Sin embargo luego se admite el recurso en determinados casos. Los periodistas siguen defendiente que el anónimato de las fuentes es imprescindible para muchas noticias.

Aunque el Defensor del lector de El País tiene que responder a quejas sobre esta cuestión de forma recurrente. La última fue el pasado mes de marzo y precisamente en relación a una noticia del New York Times sobre la relación de John Mc Cain con una dirigente de un lobby.

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