José Cendon y su compañero británico Colin Freeman siguen retenidos en Somalia. En medios españoles se informa de ciertos detalles de este caso -empezando por la propia identidad de ambos-, pero en el Reino Unido apenas se sabe nada. El Daily Telegraph, el diario para el que ambos trabajaban no ha incluído ninguna noticia en su edición digital dando cuenta del secuestro e incluso ha pedido, según RSF, que no se divulgue el nombre de su reportero. Otros medios como The Guardian solo han publicado que los rehenes son dos periodistas, uno de ellos británico y que dos personas han sido arrestadas. Después de eso nada.

Un soldado en Somalia
(Foto: Flickr/NYGUS)

Cuando Melissa Fung, corresponsal de la Canadian Broadcasting Corporation fue recientemente secuestrada en Afganistán, su empresa pidió y fomento un embargo de información de todos los medios occidentales que publicaban en el país durante cuatro semanas para no entorpecer las negociaciones para su liberación. Y hace pocos días se ha sabido que un responsable del Ministerio de Exteriores británico pidió a la BBC que suspendiera la emisión de un reportaje sobre los piratas somalíes coincidiendo con el secuestro del petrolero Sirius Star. El debate se ha abierto: ¿Deben los periodistas mantenerse en silencio en casos como estos?

En la actual era de las noticias 24 horas al día, resulta difícil manejar el derecho a la información con la necesidad de mantener ciertos asuntos fuera del ojo público para garantizar la seguridad de los involucrados. Algunos se preguntan ¿quien traza la línea?

Blake Lambert, por ejemplo critica el silencio selectivo en el caso de Melissa Fung. Cree que el publico tiene derecho a saber que pasa y qué hace su gobierno, independientemente de que alguien haya sido secuestrado. Considera que esos «embargos de información» son un movimiento político que mina el periodismo y pervierte el proceso democrático.

Y además, Lambert cree que esa «autocensura» es hipócrita porque se hace para proteger a los periodistas y de plantilla. Recuerda que la misma CBC no tuvo reparos en informar el del secuestro de reporteros freelance en Somalia y Pakistan. Por no hablar de los casos en los que las victimas son trabajadores humanitarios, diplomáticos o ciudadanos corrientes.

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