Los que me conocen ya saben de mi obsesión por Mandela desde hace años…Al margen de las razones obvias que le rodean, no sabría decir por qué desde muy pequeña el personaje me sedujo hasta convertirse en mi único mito. Tampoco sabría cuadrar la fecha en la que pasó a ocupar mis recuerdos.  Pero si he de poner rostro y año son: 1995 y mi hermano mayor. 

Hoy me enviaba un mail que se titulaba como este post….El periodista John Carlin ha despertado uno de nuestros mejores recuerdos durante una entrevista con Tomás Guasch. Sólo alguien como Mandela podía obrar el milagro. Su invencible fe en el ser humano obró ese milagro. Como recuerda Carlin (que está finalizando un libro y a punto de comenzar una película sobre esta historia), tras ser liberado y elegido presidente de Sudáfrica, Mandela tuvo que organizar el mundial de rugby y una vez más convirtió la dificultad en oportunidad. 

La selección sudafricana era el espejo de un país donde el poder era blanco y el sufrimiento negro. Hasta la fecha ningún negro había llegado al primer equipo. Pero las cosas estaban cambiando y ese año, el mulato Chester Williams estaba en la plantilla. Y no era el único síntoma: Mandela desde la grada, con la camiseta del capitan (espejo del poder blanco), y el estadio (y el país entero) entonando por primera vez el himno nacional, en zulú, Nkosi Sikelel´i Afrika (Dios bendiga Africa)

Ni la haka de los All Blacks hizo desaparecer la magia. Más bien contribuyó a ella, porque hasta los jugadores Neozelandeses, técnicamente superiores, se emocionaron contemplando una escena que hizo historia. Y allí estabamos los dos hermanos, conteniendo la emoción frente al televisor, recibiendo nuestra primera lección de democracia, reconciliación y dignidad formato multimedia vhs

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A punto de cumplir los 30, como periodista sólo tengo una frustación…No haberle entrevistado. Pero no me rindo….

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