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Fernando Berlín, el autor de este blog, es director de radiocable.com y participa en diversos medios de comunicación españoles.¿Quien soy?english edition.

 

A Stéphane Hessel no le han gustado los acontecimientos de Barcelona. A mi tampoco, pero lo extraño es que no los comprenda él, no yo, que no he escrito ningún Bestseller llamando a la indignación. La exclamación resulta un poco burguesa: indígnense ustedes, pero no incordien demasiado. En las manifestaciones las manos, en los bolsillos.

Es verdad que Hessel en su libro afirma que «la no violencia es el camino que debemos aprender a seguir». Pero no es menos cierto, que también cita a Sartre señalando : «aquí coincido con Sartre: no podemos excusar a los terroristas que tiran bombas, podemos comprenderlos«.

No, hay ciertas cosas que son incomprensibles siempre, pero sin embargo sí tenemos la responsabilidad moral de contextualizarlas.

Por ejemplo los enfrentamientos de Barcelona son reprobables, pero tienen un contexto.
Resulta que la Consejería de Interior del gobierno catalán había ordenado antes el desalojo a golpes de los acampados en la Plaza de Cataluña. Estaba lleno de padres, de mádres y de jóvenes. Las imágenes hablan por sí solas, tanto que dieron la vuelta al mundo. Y resulta que, días después, el gobierno catalán garantizó su propio acceso al Parlament en helicóptero  mientras dejaba al resto de los parlamentarios sin protección, vendidos a la tensión de la calle. Ese es el contexto.

Y el contexto tiene un responsable. El gobierno catalán ha sido incapaz de gestionar la seguridad porque la persona elegida para hacerlo no está capacitada. Felip Puig debió ser cesado tras la intervención de la Plaza de Catalunya, pero si quedaba alguna duda, ésta quedó despejada la semana pasada.

Barcelona será escenario de decenas de eventos, algunos de ellos con proyección internacional. Confiar la seguridad a la testosterona de Felip Puig es como confiar la seguridad del gallinero al zorro.

Mientras tanto los indignados son objeto de todo tipo de consejos paternalistas, muchos de ellos producto de la nostalgia. Pero quien sí necesita un buen consejo es la clase política: Dejénse ustedes de «escuchar» al 15m y empiecen a proponer medidas para darles respuesta no vaya a ser que éstos dejen de hacer caso al señor Hessel.

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