Paul Ingendaay, del Frankfurter Allgemeine Zeitung asegura en radiocable.com que el público alemán no tiene una idea clara de la situación real que se vive en España. En parte se debe a la percepción que transmiten los turistas y a determinados malentendidos culturales. Por ejemplo explica que en España el orgullo se ve como una actitud para salir adelante. En cambio los alemanes lo asocian a arrogancia. Y apunta la necesidad de dar a conocer estas diferencias.

Paul Ingendaay

Paul Ingendaay lleva año y medio, desde el 15M, intentando contar en sus reportajes las distintas caras de la crisis y como afecta a la sociedad española: «hay una imagen falaz en Alemania, porque los turistas vienen al centro de Madrid y Barcelona, ven los bares y tiendas llenos y trasmiten una falsa idea de normalidad. Si vas a los barrios ves bares que cierran, familias que no pueden salir de casa o niños mal vestidos porque no llegan a fin de mes…»

Y apunta que además la percepción mutua está afectada por malentendidos culturales: «Para mi el malentendido del año ha sido el tema del orgullo. Publiqué un artículo sobre el orgullo de los humildes, sobre la gente que solo quiere trabajar. En España, el orgullo significa tener una actitud valiente de seguir luchando. En Alemania en cambio se traduce por arrogancia».

Explica que las apelaciones al orgullo que se hacen en España no se entienden igual en Alemania. Y defiende que «esto hay que explicarselo a los dos lados, para entenderse mejor. Es el trabajo que debemos hacer los corresponsales, explicarle al público que aqui hay familias donde nadie tiene trabajo, que pierden sus casas o que el sistema se está derrumbando».

Y en cuanto a la ayuda de 400 euros a parados de larga duración prorrogada por el gobierno, Ingendaay considera que «eso se puede entender en Alemania si se explica que es para necesidades muy básicas». Resalta que su país ha tenido una larga tradición de un Estado de Bienestar muy generoso, donde a muchos «les resultaba más rentable vivir de las ayudas que trabajar».

Explica que fue Schroëder quien lo recortó por su insostenibilidad y muchos «pusieron el grito en el cielo». Cree que ahora España lo tiene más dificil: «hay menos dinero en el Estado, aunque por otro lado hay un sistema familiar o de autoayuda que mantiene a flote a gente que en otros países no podría sobrevivir».

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