Como refleja una investigación de ACNUR (la Agencia de la ONU para los Refugiados) sobre América Latina y el Caribe, las crisis humanitarias y los desplazamientos forzados de población «aumentan significativamente» el riesgo de sufrir violencia de género. Y, precisamente, muchas de las mujeres migrantes que salieron huyendo de sus países fue por esa lacra, por violencia sexual, explotación y abusos.

 ACNUR/Marta Martinez

ACNUR/Marta Martinez

La investigación subraya que es en esa búsqueda de seguridad donde «siempre está presente la amenaza de la violencia de género», tanto en sus países de origen, como en los de tránsito y destino. Y plantea que durante su recorrido, la falta de documentación y recursos, y la restricción para cruzar regularmente las fronteras obligan a las mujeres a utilizar rutas cada vez más peligrosas con presencia de grupos criminales y escasa respuesta institucional.

Y, cuando llegan al país de destino, muchas mujeres desplazadas se tienen que enfrentar a la pobreza extrema, la falta de redes de apoyo, la xenofobia, el impacto del desarraigo en la salud mental y barreras para acceder al sistema de asilo u otros procedimientos de regularización. Estos factores, junto con la hipersexualización y cosificación de sus cuerpos, elevan su exposición a la violencia sexual, explica ACNUR.

 

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