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Fernando Berlín, el autor de este blog, es director de radiocable.com y participa en diversos medios de comunicación españoles.¿Quien soy?english edition.

Estamos frente a la denuncia de corrupción más importante de todas las que han salpicado al PP. Las acusaciones son inauditas: Dinero que debió ser público, empresarios, construcción, comisiones, espionaje, eventos sociales, amiguismo, luchas internas, ambición, y más dinero.

Nos encontramos ante un territorio tenebroso en el que, si se demuestran culpabilidades, podríamos descubrir miles de euros repartidos a paladas entre amiguetes. Un dinero cuyo destino nunca fue el de la sociedad, la que aporta sus impuestos con enorme esfuerzo.

La repercusión en el extranjero está siendo notable. La prensa alemana, francesa, e incluso argentina, incrédula, recoge las noticias. Es un caso local, de nuestra aldea, que ya está superando fronteras. No es extraño: la historia cuenta con todos los ingredientes, incluyendo el grotesco desfile rosa de amistades durante la boda de la hija de Aznar.

Pero no es un tiempo cualquiera. Vivimos tiempos difíciles, tiempos de crisis, que dan paso, sin embargo, a un tenue proceso de reflexión. Aquellas conductas que idolatraban el mercado libre y privado, mientras se llenaban los bolsillos con dinero que debía ser público, se encuentran ahora cercadas por los tribunales. Hombres y mujeres que disimulaban diciendo que la corrupción sólo era propia de socialistas.  Hombres y mujeres que se burlaban del Poder del Estado en conferencias, cenas y artículos, podrían haber estado estafándonos durante años.

Esas conductas -que han crecido como setas por todo el planeta- son las que exprimen al Estado, y las que nos han llevado al abismo, con miles de parados, con miles de empresas en quiebra. Con cientos de miles de personas temerosas.

Dentro de poco la aldea querrá cabezas para jugar un partido de Polo.

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