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Fernando Berlín, el autor de este blog, es director de radiocable.com y participa en diversos medios de comunicación españoles.¿Quien soy?english edition.

En el caso de Madrid, no se puede decir que no hayamos echado toda la carne en el asador. Por un momento lo tuvimos en la mano, y llegamos a creerlo. Yo sí.

De haber obtenido los Juegos habría sido un éxito de Gallardón, del Presidente Zapatero, del COE, de la Casa Real, de los madrileños y sobre todo de Samaranch:

«Estoy en el final de mi tiempo, -dijo- os pido para mi país el honor de organizar los Juegos». Sólo esa frase ya los merecía.

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Pero no se puede ser derrotista: algo de victoria ya ha tenido el día de hoy, porque parecía imposible hacer frente al efecto Obama, a Tokio, a tantos y tantos medios; a tantas y tantas ilusiones.

En términos políticos se habría producido un fenómeno interesante: No en vano, a pesar del fracaso, la tenacidad del alcalde de Madrid le otorga un merecido capital político. Sea como fuere, obtiene una gran ventaja en el nuevo PP, el que deja sepultadas las aspiraciones que pudieran quedarle a Camps después de Gurtel. E incluso el Presidente Zapatero debería ser felicitado pues ha hecho de los Juegos un proyecto de auténtica concertación.

La victoria para esta ciudad habría supuesto un gran impulso económico. No podemos, por tanto,  alegrarnos por haber perdido, pero tampoco deberíamos dejarnos llevar por la tristeza: Río de Janeiro tiene desigualdades socioeconómicas inmensas. Su victoria es una oportunidad para las clases desfavorecidas, para el modelo que ofrece Lula. Su victoria es una oportunidad para la esperanza.

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