El espionaje político convive desde siempre con la propia existencia de la política. Hace más de 2.500 años Sun Tzu ya daba en su libro El Arte de la Guerra instrucciones detalladas para organizar un sistema de espionaje. En principio se creó para recabar información sobre los enemigos exteriores, pero algunos se dieron cuenta también de su utilidad para hacer frente a las luchas internas, especialmente en el campo de la política. En la era moderna se han dado varios casos de estructuras más o menos ilegales que espiaron a rivales políticos -como la trama que se investiga ahora mismo en Madrid-, del mismo partido o de otros, simplemente por intereses personales o partidistas:

Seguimiento a Ignacio González

El Watergate es el más famoso de todos los casos de espionaje político. se secubrió una trama organizada dentro del Partido Republicano de EEUU para espiar -mediante escuchas telefónicas y robo de archivos-, a sus rivales demócratas. Las denuncias terminaron forzando la dimisión del entonces presidente Richard Nixon.

El Caso Clearstream en Francia comenzó en 2004, al salir a la luz acusaciones, falsas y anónimas, de que Sarkozy y otros políticos tenían cuentas en una entidad financiera llamada Clearstream y estaban relacionados con el pago de sobornos en una venta de fragatas a Taiwan. Posteriormente se vinculó al escándalo a Dominique de Villepin, entonces primer ministro francés, acusándole de ordenar a los servicios secretos espiar a Sarkozy.

Italia tiene una larga tradición de espionaje político. En 1994 varios agentes del servicio secreto italiano, Sisde, denunciaron haber sido expulsados por negarse a hacer un seguimiento y «fichas» de los partidos de derecha Fuerza Italia, de Berlusconi, y Alianza Nacional. Más recientemente en 2006, la denuncia fue en sentido inverso. El Gobierno de Prodi acusó a Berlusconi de estar detrás de una trama de espionaje a las cuentas de políticos y famosos. Se implicó a Francesco Storace, un ex ministro, y se detuvo a detectives privados, policías y funcionarios.

En México también ha habido numerosas denuncias de espionaje entre políticos. Una de las más recientes fue denunciada por Manlio Fabio Beltrones, senador del PRI, que acusó al presidente de la Republica Felipe Calderón, del PAN, de usar a los servicios secretos para elaborar dossiers sobre sus rivales políticos para chantajearles y recabar sus votos. Otro senador opositor, Ricardo Monreal, también denunció haber sido espiado. Y se habla asimismo de un dossier sobre Manuel Lopez Obrador.

En Paraguay, un diario acusó a Fernando Lugo de montar un servicio de inteligencia, al poco de ganar las elecciones, que espió a rivales políticos. En concreto cita la grabación de una conversación de Federico Franco, vicepresidente de la República aunque perteneciente a otro partido. Lugo ha negado el espionaje y la investigación parece haberse parado.

En Ecuador, el presidente Rafael Correa acusó a 12 diputados de intentar chantajearlo al exigirle prebendas y cargos burocráticos a cambio de sus votos para aprobar la Ley de Justicia Financiera, con la cual el gobierno pretendía disminuir las ganancias de los banqueros ecuatorianos. La prueba es una grabación clandestina entre un diputado y un funcionario gubernamental disfrazado de policía.

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