Un grupo de investigadores australianos propone utilizar la capacidad de las herramientas de gestión oceánica existentes para trasladarlas a una configuración de pronósticos para los ecosistemas. Aseguran que la anticipación de las condiciones de la naturaleza ante fenómenos climáticos extremos puede ayudar a tomar decisiones proactivas.

Un artículo publicado en Nature Communications sugiere que podrían utilizarse herramientas de gestión marina para evitar que las ballenas se enreden o que las tortugas marinas sean capturadas accidentalmente con un año de antelación.

Los resultados de este estudio de investigadores australianos muestran que estas herramientas (que ya existen) podrían utilizarse para advertir de las condiciones de los ecosistemas durante situaciones climáticas extremas, de forma similar a la previsión meteorológica. El cambio climático está perturbando los ecosistemas y la sociedad humana a escala mundial, y se requieren urgentemente predicciones ecológicas para apoyar la gestión de los recursos y la toma de decisiones, advierten los autores.

A medida que la sociedad se enfrenta a condiciones medioambientales inciertas, existe la necesidad de contar también con previsiones para el entorno, afirman estos expertos de la agencia australiana de investigación Environment, Commonwealth Scientific and Industrial Research Organisation (CSIRO).

Citan, en este sentido, los avances en los modelos de los sistemas terrestres, que pueden ayudar a pronosticar cómo afectarán las variaciones climáticas a los ecosistemas marinos, lo que serviría, a su vez, para prever y reducir el impacto en la pesca. Sin embargo, las aplicaciones actuales de las predicciones ecológicas siguen siendo limitadas.

Stephanie Brodie y sus colegas destacan la capacidad de estas previsiones para anticiparse a las interacciones entre el hombre y la fauna provocadas por fenómenos climáticos extremos. Así, utilizaron herramientas de gestión ya en uso en el ecosistema de la corriente de California que pueden identificar cuándo las aguas más frías, utilizadas por las ballenas, como las jorobadas, son empujadas hacia la costa, poniendo a las ballenas en riesgo de enredarse en las redes de pesca del cangrejo.

Estas herramientas también permiten establecer cuándo debe prohibirse la pesca con redes de enmalle de deriva para evitar la captura accidental de tortugas bobas, por ejemplo, algo que también se debe a las anomalías de temperatura. Los autores demuestran cómo estos instrumentos pueden incorporarse a un sistema de predicción que proporcione pronósticos fiables con hasta 12 meses de antelación.

También señalan la utilidad de las previsiones globales con una resolución relativamente baja, sin necesidad de ajustarlas a las características regionales. Esto podría permitir su empleo en zonas que carecen de los recursos necesarios para modificar la escala de los modelos, como puede suceder en los países en desarrollo.

Los autores afirman que la alerta anticipada de posibles amenazas es clave para desarrollar estrategias de gestión proactivas que ayuden a reducir la incertidumbre ante los retos del cambio global. Estos procedimientos podrían extenderse a numerosos ecosistemas costeros de todo el mundo para contribuir a mejorar la gestión global de los recursos marinos, según los científicos.

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