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Fernando Berlín, el autor de este blog, es director de radiocable.com y participa en diversos medios de comunicación españoles.¿Quien soy?english edition.

Los despidos más polémicos se hacen siempre en viernes. Lo saben bien en algunas empresas. El trabajador apenas puede hacer ruido, casi no hablará con sus compañeros y para cuando el tema vuelva a la máquina del café las cosas estarán frías y el miedo habrá ganado en los pasillos.

Rajoy falló. No pudo esperar al viernes. El efecto Pizarro, pensaba, les permitía soltar la noticia bomba minimizando los daños. Por lo demás, el ritual, dicen en la prensa, fue similar al de un director de personal de escaso recorrido. Rajoy, según EL MUNDO, «sacó un papel y leyó al regidor su decisión de no contar con él. En ningún momento se salió del guión escrito».

La cara de Esperanza Aguirre debía ser triunfal, la de Acebes de póquer y la del alcalde un poema:

«…el alcalde de Madrid planteó la posibilidad de abandonar la política, algo que no produjo en Rajoy la más mínima reacción. Al final de la reunión, Gallardón exigió que se hiciera pública cuanto antes la decisión. En este punto hubo ciertas discrepancias entre los presentes, pero el alcalde advirtió que de no ser así, lo haría público él mismo…», dice EL MUNDO.

Y lo cierto es que la noticia tuvo el alcance que sospechaban.

Es cierto que la salida de Pimentel se produjo en condiciones parecidas. A escasos meses de las elecciones, el líder centrista se vió empujado al exilio. No pasó nada. Sin embargo el peso de Gallardón en el PP no es comparable al que tenía Pimentel. La Caja de pandora de la sucesión ha sido abierta, veremos si no se escapan los truenos.

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