Tras la detención de los presuntos terroristas Igos Portu y Martín Sarasola la pasada semana, y el ingreso en prisión del primero de ellos con contusiones, roturas y un pulmón perforado, hemos tenido que asistir al denigrante espectáculo de la justificación más o menos encubierta de la tortura. Tortura que, en todo caso, aún no sabemos si se ha producido.

Unos se han amparado en la preponderancia de la seguridad de los agentes, otros en la justicia del escarmiento y otros en lo que les ha dado la gana. Realmente ha sido increíble contemplar la unanimidad con la que tantos de los que se expresan en los medios de comunicación han apostado por la ignominia antes que por la ley y la verdad.

Increíble y triste.

Afortunadamente no todos nos conformamos con subirnos a la corriente del rencor que justifica tropelías, que tantas veces hemos denunciado cuando pasan en otro lugar o en otro tiempo. No digo más porque lo ha dicho mucho mejor  Irene Lozano una columnista de ABC, que para sí quisiera cualquier periódico con vocación de excelencia.  

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