Las agencias humanitarias de Naciones Unidas han advertido de que el mundo enfrenta “niveles catastróficos de inseguridad alimentaria sin precedentes”, con más de medio millón de personas en condiciones de hambruna severa. Además, otros 41 millones de personas ha visto incrementarse sus niveles de emergencia, lo que supone un aumento del 50% en tan sólo dos años. Por ello se alerta del riesgo de “hambrunas masivas” que podrían afectar a 811 millones de personas. Y en este contexto, la FAO denuncia que aún se desperdicia el 17% de los alimentos.

El Programa Mundial de Alimentos, FAO y otras agencias de ña ONU han lanzado la voz de alarma ante una inseguridad alimentaria sin precedentes. Destacan que más de medio millón de personas están en condiciones de hambruna (fase 5 de Catástrofe/IPC) en Etiopía, Madagascar, Sudán del Sur y Yemen. Y en  los últimos meses, poblaciones de Nigeria y Burkina Faso también han llegado a esas condiciones. Además, 41 millones de personas en todo el mundo están en niveles de emergencia (IPC 4), lo que supone un aumento del 50% en tan sólo dos años

Esta última cifra ha sido señalada por David Beasley, director del PMA: “Esos son 41 millones de personas llamando a las puertas de la hambruna. Podemos ignorarlo y les garantizo que tendremos hambrunas masivas, desestabilización masiva de naciones y migraciones masivas que costarán miles de veces más que abordar la emergencia ahora de la forma correcta”. Y se ha denunciado que la falta de recursos ya ha obligado a las agencias humanitarias a reducir las raciones que entregan y a tomar difíciles decisiones para priorizar a los más vulnerables.

En este contexto, la FAO ha llamado a reducir la cantidad de alimentos que se desperdician. 931 millones de toneladas, el 17% de los que se produjeron en 2019, acabaron en la basura. Además, a esta situación se une el desperdicio de recursos como la tierra, el agua, la energía, y el suelo utilizados para la producción de estos alimentos.

Desde la organización advierten: “La inseguridad alimentaria, el hambre y la desnutrición afectan a todos los países del mundo (…) Y, las dietas saludables están fuera del alcance de la gran mayoría de las personas de todas las regiones del mundo, incluida Europa”. Y explican que reducir el desperdicio de alimentos mejoraría los sistemas agroalimentarios, enfrentaría la inseguridad alimentaria y ayudaría a garantizar la calidad de los alimentos. Y contribuiría “significativamente a la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero y de la presión sobre los recursos terrestres y hídricos”.

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