Ayer, ya lo sabeis algunos, vino a 59 segundos (tve) el padre de Mari Luz. Fue una conversación complicada porque navegó en un filo muy delgado entre lo emocional y lo jurídico. Y digo eso porque la entereza del padre, su calma, su forma de afrontar la terrible situación, es modelica. Nadie sabe el dolor por el que estará pasando, y yo desde luego no soy capaz ni siquiera de imaginarlo. Por eso pedí disculpas.

De lo emocional tengo poco más que añadir porque mi admiración por él es evidente. Las leyes, sin embargo, no son emocionales. Desgraciadamente no hay ningún dato que haga pensar que el endurecimiento de las penas signifique reducir los delitos. �?jala lo hubiera, pero no lo hay. Por otro lado, aquí falló la aplicación de la Ley, no la Ley en sí.

Incluso con todo eso, ayer defendí que el sistema judicial español funciona. Quizá no sea el mejor lugar para hacerlo pero lo dije porque de verdad lo creo: España no es Somalia, y ni siquiera nos parecemos por asomo a Colombia. El sistema funciona, con flagrantes errores  sí, y algunos de ellos dramáticos como el de Mari Luz, pero en términos generales funciona.

Lo dije y lo digo porque no creo que se le haga un gran favor a nuestro país sosteniendo que el sistema se ha hundido. El sistema tiene heridas, heridas muy profundas. Hay que curarlas, es verdad, y es mejor empezar por admitirlo. En ese sentido creo que la posición del padre es admirable puesto que evita que el médico -el gobierno, el CGPJ, etc…- mire hacia otro lado. Pero no dejemos que la enfermedad anegue nuestros cimientos, defendámoslo incluso pidiendo disculpas.

El último abandono en el PP, el de Acebes, pinta a naufragio. Su salida escenifica aún más -si esto es posible- la soledad que sufre Mariano Rajoy -ayer rancio españolista, hoy dulce y conciliador-.  Hasta quienes le apoyan anhelan más el timón que al propio capitán.

El abandono de Acebes era una noticia esperada pero coincide en el tiempo con las salvas disparadas al aire de Aznar, -desde la distancia, para recordar quien manda- y que anuncia intervención marcial en caso de que el iceberg Aguirre termine de hacer astillas el casco. Se mantiene a la espera, por ahora.

Capitan, avisa un grumete en Génova, o avistamos tierra o estos se lo cenan. La cosa pinta a motín o a naufragio…pero a poco más.

Dice Alfonso Guerra que Calvo-Sotelo desmontó el aparato de la dictadura. Reclutó gente desde la derecha  para llevar a España hacia la democracia, la libertad, en contra de la dictadura. Bien, ¿que menos?

El empacho histórico de este fin de semana confirma que las mitificaciones son peligrosamente empalagosas. Hay además ciertos personajes que pasaron sin pena ni gloria en su tiempo y que son misteriosamente rescatados con los años. Yo me pregunto ¿cual es el verdadero personaje?, ¿el denostado o el mitificado? Preveo que Calvo-Sotelo no tendrá un gran capítulo en los libros de historia.

En su defensa se puede decir que Calvo-Sotelo simbolizó el diálogo desde la derecha, a pesar de la apropiación que hace ahora su antagonista Aznar. Y en efecto fue crítico, pero no con la izquierda como sostiene Aznar, sino con el propio Rajoy.

Hace pocos meses Calvo-Sotelo comía en un restaurante con algunos de los colaboradores de su epoca en Moncloa: «El PP así no puede seguir» -llegó a decir lo suficientemente alto como para que se le escuchase en las mesas cercanas-. Hablaba de la crisis Gallardon-Esperanza y por cierto: apoyaba a Gallardón.