Iñaki Gabilondo en Noticias Cuatro: «Cuando hablamos de inmigración, se supone que hablamos de los que inmigran, pero no. Hablamos de nosotros, de lo que nos pasa porque ellos emigran. Siempre, sin excepción, el tema versa sobre lo que nos dan, nos aportan, nos quitan, nos traen, nos amenazan. Los insensibles subrayan lo que nos quitan, los sensibles subrayan lo que nos dan; pero siempre hablamos de nosotros. No es extraño, pues, que, con la crisis, veamos el fenómeno como un problema creciente.

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Un problema para nosotros, no para ellos; y busquemos las soluciones con la única óptica de nuestros intereses, aunque estos se encuentren en los límites de los derechos humanos, incluso en la parte exterior de esos límites. La política común de inmigración, que ha propuesto hoy la Comisión Europea a los veintisiete es para estómagos democráticos poco exigentes. Aquí va un ejemplo: autorizar detenciones de los sin papeles por orden administrativa como vía ordinaria, con confirmación judicial «lo antes posible». La situación de nuestro Gobierno era delicada. Nuestra legislación, muy garantista, no le permite moverse en ese campo. Ni su ideología. Pero no olvidemos que España es casi una isla progresista en un mar de derechas. ¿Cómo actuar, si no se desea bloquear el diseño de una política común y no se puede ni se desea llegar a donde algunos gobiernos llegarían sin reparos?. En estas circunstancias, con la opinión pública europea ojo avizor, la Comisión ha echado el balón fuera del campo y ha aplazado el partido. Pero hay dos cosas que la crisis va a aclarar: la verdad del efecto llamada y la hipocresía de muchos empleadores. Y es que vendrán muchos menos inmigrantes, porque el verdadero efecto llamada es que haya trabajo, aunque Mayor Oreja y Rajoy crean otra cosa. Y los sin papeles que se encuentre la policía por las calles serán los que estuvimos empleando, sin reparo alguno aun sin papeles, cuando les necesitamos.»

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