En torno al 80% de las embarazadas sufre náuseas y vómitos durante los primeros meses de gestación. Pero en algunos casos son tan severos que provocan una enfermedad incapacitante llamada hiperémesis gravídica que incluso lleva a la hospitalización y a perder el bebé. Durante décadas se dijo que era «lo normal» o «exageraciones» de las mujeres. Ahora finalmente los científicos creen haber descubierto el origen del problema: una hormona, la GDF15, que segrega el feto y actúa sobre la base del cerebro. Y una de las responsables de este hallazgo es precisamente una doctora llamada Marlena Fezjo que sufrió vómitos tan graves que terminaron por provocarle un aborto y a la que le dijeron que exageraba y que era un mecanismo para llamar la atención de su marido y sus padres.


Las náuseas y vómitos en el primer trimestre de un embarazo son frecuentes y tradicionalmente se han considerado «normales». Pero para algunas mujeres este malestar es especialmente intenso y llega a provocar que vomiten hasta 50 veces al día, que se deshidraten e incluso que tengan que ser hospitalizadas o pierdan el bebé. Estos casos se conocen como hiperémesis gravídica (HG) y afectan a entre una y tres de cada 100 embarazadas.

Pero ahora los científicos creen que han encontrado la causa: la hormona GDF15.
Se trata que segrega el propio feto en las primeras etapas y que actúa en una parte muy pequeña de la base del cerebro causando náuseas y malestar que hacen que las mujeres vomiten. Cuanto más sensible es una mujer a la GDF15, mayor es el impacto de la HG. Este hallazgo abre la puerta a que se pueda diseñar un fármaco para evitar es hipersensibilidad a la hormona.

Y una de las investigadoras que ha tenido un papel más destacado en esta investigación es Marlena Fejzo, doctora genetista especializada en la salud de las mujeres y la hiperémesis gravídica. Madre de tres hijos, ella misma padeció esta enfermedad desde su primer embarazo, aunque fue en el segundo donde con más intensidad la sufrió hasta el punto de que las náuseas y vómitos la hicieron deshidratarse, perdió siete kilos, tuvo que ser hospitalizada y finalmente su bebé murió.

Los médicos que la trataron, primero no le dieron demasiada importancia, siguiendo la tradición de considerar que los vómitos de las embarazadas eran sicosomáticos, exageraciones incluso un intento de abortar. A principios del siglo XX se recomendaba hasta el aislamiento de las embarazadas con vómitos severos por considerar que simulaban para conseguir un «aborto oral». Fezjo recuerda que llegaran a decirles que era un mecanismo para llamar la atención de su marido y sus padres.

Todo esto llevó a esta doctora a dedicar su vida a la investigación de este trastorno y ahora ha participado en el estudio que ha identificado a la hormona GDF15 como responsable de la HG. Ahora se abre la puerta a que se pueda desarrollar algún remedio para paliar este problema… siempre que haya interés suficiente por solucionar una enfermedad que afecta solo a mujeres embarazadas.

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