El diario estadounidense afirma en un editorial que «el único curso de acción apropiado» tras las palabras de Angel Carromero sobre lo sucedido el día del accidente en que murió el disidente cubano es «convocar una investigación internacional independiente». El joven español que conducía el coche ha roto su silencio precisamente en las páginas del Washington Post sugiriendo que agentes de Castro intervinieron en el accidente para matar a Oswaldo Payá y luego encubrieron el asesinato.

Edificio del Washington Post
(Foto: Flickr/Bikesandwich)

El Washington Post dice: «Hemos publicado las respuestas a las preguntas que les hicimos al hombre que estaba al volante el día que murió Oswaldo Payá, Ángel Carromero, que fue encarcelado y condenado por homicidio en Cuba tras el accidente. Sus palabras son un testimonio de la permanente `cultura del miedo´ que hay en Cuba. El Sr. Carromero ofrece un relato sombrío y detallado de cómo el coche fue embestido por detrás por un vehículo con placas del gobierno cubano. Dice que esto causó el accidente fatal. Y alega que después fue drogado, interrogado y su vida amenazada.»

Explican luego: «Ahora, la familia del Sr. Payá ha pedido al Sr. Carromero que hable. `Cuando me preguntaron por la verdad, no quise ocultársela´, nos dijo. Su decisión es un homenaje valiente a los principios del Sr. Payá. El verano pasado, cuando el coche que conducía el Sr. Carromero perdió el control, las autoridades cubanas deberion concluir que habían silenciado al fin al señor Payá. Probablemente pensaron que también habían intimidado al joven español para que guardara silencio. Pero fracasaron.»

El editorial resalta: «Ahora tenemos un testigo ocular que sugiere que agentes de Castro buscaron matar al Sr. Payá y luego intentaron encubrir el asesinato. El único curso de acción apropiado es convocar una investigación internacional que puede ser realmente independiente y no verse contaminada por las formas de matón del régimen de Castro. El legado del Sr. Payá debe ser exponer la verdad de su muerte.»

[Leer el artículo completo en The Washington Post]

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