La decisión del Tribunal Supremo de ilegalizar la nueva marca de la izquierda abertzale ha provocado muchas reacciones en la blogosfera. La mayoría considera que han primado los criterios políticos por encima de los estricamente judiciales. Se reconoce la importancia de la falta de unanimidad de los magistrados pero muchos se preguntan ¿que se le está pidiendo a Sortu?

Imagen de previsualización de YouTube

Manuel Rico en Trinchera digital considera que la falta de unanimidad «confirma dos evidencias: que nunca la izquierda abertzale había ido tan lejos en su apuesta por la democracia (y, por tanto, en su rechazo a ETA) y que las pruebas presentadas por la Fiscalía y la Abogacía del Estado para demostrar que todo responde a un diseño de la organización terrorista son mucho más endebles que en anteriores ocasiones».

Iñigo Saenz de Ugarte de Guerra Eterna destaca que «El Tribunal Supremo está vulnerando la Ley de Partidos, el diccionario de la RAE y el sentido común. Las sospechas sobre la conducta futura de los miembros de Sortu son legítimas. Pero los magistrados no tienen la libertad de la que goza cualquier analista político. Deben atenerse a la letra de la ley y no pueden retorcer su interpretación para complacer los intereses políticos del Gobierno o de la oposición».

Hugo Martinez Abarca critica que «el Supremo ilegaliza Sortu. Les dijeron que eligieran entre bombas y votos. Hoy les dicen que no pueden elegir votos. Muy buen mensaje de los demócratas«. Y considera que aunque el Constitucional anule la sentencia «es un tongo electoral como un piano que distorsionará al margen de la ley la composición de ayuntamientos y diputaciones».

Ramon Cotarelo en Palinuro califica de sabia la decisión del Supremo «esos tres votos discrepantes valen su peso en oro porque es la primera vez que se rompe la unanimidad de la sala. Mandan un mensaje de: no desistáis, afinad y acabaréis consiguiendo que esos tres votos convenzan a la mayoría». Y cree que el Tribunal «a falta de criterios jurídicos ha aplicado criterios políticos de los que ha habido muchos y muy contrastados».

Roberto Jimenez recoge «Sortu rechaza a ETA, rechaza la kale borroka, acata la Ley de Partidos, no funciona asambleariamente y ha proclamado que rompe con Batasuna. Yo no tengo capacidad jurídica para dictaminar si eso es suficiente legalmente, pero sí cintura política para ver y aceptar que no es lo mismo de siempre. Se están moviendo, y eso significa dos cosas: que estamos ganando, y que hemos de gestionar esa victoria con inteligencia. Con una inteligencia que yo al menos echo en falta en ciertos sectores».

Hector Juanatey del blog En contraportada cree que «con su decisión, el Supremo se arriesga a fomentar mil reinterpretaciones diferentes de una Ley de Partidos ya de por sí polémica… Sortu dejó claro desde el principio que rompía con la organización terrorista ETA y rechazaba la violencia como medio para conseguir un fin. El Alto Tribunal ha determinado que no es suficiente. ¿Qué pide, entonces?

Arturo Gonzalez en Puntadas sin hilo se pregunta «si Sortu hubiera condenado el pasado de ETA y pedido su disolución, ¿el Tribunal Supremo habría legalizado el nuevo partido vasco? Dudoso. La sociedad española ha sufrido tanto con el terrorismo que no quiere congraciarse con nada que pueda tener, justa o injustamente, la menor resonancia con él y es posible que los magistrados del TS, que forman parte de esa sociedad, se abstrajesen de la estricta legalidad y se obnubilasen ante esta psicosis colectiva».

Federico Ysart considera que «la responsabilidad de la no legalización es de la propia ETA. Sólo ETA puede dejar claro que Sortu no es una filial, una bandera de conveniencia, etc. Para alcanzar el estatus de ciudadanía respetable los llamados abertzales tienen que sepultar ETA. Lo demás son tretas.

Joaquin Pisa en su blog defiende que «se trata obviamente de una decisión política que podrá arroparse con toda la hojarasca jurídica y hasta leguleya que se quiera, pero que alguien tendrá que explicar en clave política porque esa es su verdadera y principal dimensión. El entorno más duro del PP ha ganado pues otra batalla en la permanencia de lo que llaman «la guerra del Norte».»

Jose Cavero asegura que «no ha sido posible, y ahora el mundo abertzale tendrá que usar su ??plan B? para estar, del ,modo que sea, en las elecciones. Y el Estado, con todas sus fuerzas, deberá esforzarse para evitar esta intromisión…»

Montserrat Ponsa en su blog plantea que «deberíamos exigir que se revisen algunos de los partidos políticos que concurriran a la confrontación electoral. Los hay que, a mi modo de entender, NO cumplen los requisitos de legalidad que ahora piden a Sortu».

Jose Luis Forneo del blog Cuestionatelo todo resalta que «despues de que Sortu se ha sometido a las exigencias del estado traicionando a parte de sus bases, que buscan el fin de la violencia pero tras un proceso de negociación en las que todas las partes hagan concesiones, y no solo ellos, como imposición, el estado ha mirado displicente su arrodillamiento y ha respondido que no le vale».

En Virado en sepia sostienen que «la inteligencia política no ha funcionado esta vez y se optó por acudir a los tribunales para que fueran ellos los que dijeran que NO, ya que los políticos correspondientes no se atrevían a castigar políticamente a los amigos de los asesinos… Otro asunto es saber si es la mejor decisión posible para un País Vasco que está harto de la violencia y de su situación asquerosa en donde el daño a la convivencia es tremenda.

Print Friendly, PDF & Email