El histórico presidente catalán es entrevistado en el Corriere della Sera. Jordi Pujol habla de la situación política actual en España y de los paralelismos con el federalismo en Italia. Y asegura que tras la sentencia del Constitucional sobre el Estatut, la relación «fiel y leal» entre Cataluña y España está en «crisis» y hay un «creciente y recíproco desamor».

Jordi Pujol
(Foto: Flickr/Grup Nacio Digital)

El ex lider de CiU y presidente de la Generalitat durante 23 años asegura que «España no es un país homogéneo, como Francia. Realidades nacionalistas como el País Vasco o Cataluña, tienen fuerte personalidad lingüística, cultural y económica. Aunque desde hace siglos se intenta suprimirlas. El nacionalismo catalán quiere su reconocimiento, y ha ofrecido en cambio apoyo al progreso económico, social y democrático de España. Hoy este proyecto está en grave crisis, pero los catalanes han garantizado siempre una ayuda confiable al desarrollo del país.»

Jordi Pujol repasa algunas similitudes entre el movimiento nacionalista catalán y el federalismo italiano de la Liga Norte aunque en su opinión son proyectos diferentes y realidades diferentes: «Tenemos en común sólo la protesta contra la centralización de la voluntad, la discriminación fiscal, en nuestro caso, en detrimento de Cataluña, y el dominio total de la capital.»

Y también explica la naturaleza de las relaciones entre CiU y los diferentes gobiernos centrales españoles: «hemos preferido ofrecer un apoyo exterior al gobierno, fiel y leal a Madrid, desde el 77, incluso en los años difíciles de la transición. Hemos sostenido decisiones europeístas, la entrada en la UE y la moneda única. Hemos negociado el cambio de la política económica y fiscal, cuando era primer ministro Felipe González. Y el reconocimiento como nación, con nuestro estatuto. Por nuestra parte, nos hemos comprometido a garantizar estabilidad y gobernabilidad a España. Pero, repito, todo esto ahora está en crisis. El mismo presidente de Catalunya, José Montilla, que no es nacionalista, sino socialista, reconoce el creciente y recíproco desamor entre España y Catalunya»

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