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Fernando Berlín, el autor de este blog, es director de radiocable.com y participa en diversos medios de comunicación españoles.¿Quien soy?english edition.

Un comité de expertos estudia desde hace semanas como transformar el simbolismo del Valle de los Caídos. Se busca hacerlo pasar de monumento de la represión a espacio contra la guerra, por la paz y por la reconciliación de las dos Españas.

Según los datos recabados por radiocable.com, una de las recomendaciones que se hará llegar al ejecutivo es la de trasladar los restos del dictador Francisco Franco a un cementerio pues parece una evidencia inequívocamente democrática que los restos de un verdugo no pueden reposar sobre los de sus víctimas.

Ayer, con motivo de la entrevista a Ramón Jaúregui en el programa Al Rojo Vivo tuvimos la oportunidad de preguntarle específicamente sobre este tema, un asunto que el gobierno ha manejado con gran discreción. Jaúregui, lejos de negarlo, se mostró partidario del traslado. Tanto es así que, preguntado por si daría tiempo a hacerlo antes de terminar la legislatura, Jaúregui afirmó contundente: «Me encantaría poderlo hacer».

El tema no es menor.  La fotografía de esa enorme losa que pesa sobre la cultura democrática de este país abriéndose dará la vuelta al mundo sin ningún genero de dudas. Su pervivencia es una anomalía inexplicable en los países desarrollados de nuestro entorno.

La medida, sin embargo, no es sencilla. El gobierno prefería consensuar la retirada con la familia del dictador, a quien pertenecen los restos. No debería ser, en todo caso, un impedimento pues, como el propio Jauregui reconoce, ??un gobierno tiene capacidad para tomar esa decision, preferiblemente consensuada […] pero la decisión política de su ubicación el gobierno puede tomarla?.

En términos políticos, el gesto no estará exento de polémica. No faltarán quienes sostengan que «hay otras prioridades» o que «el gobierno debería estar pensando en los problemas reales de los españoles». Como si la actividad legislativa del Ejecutivo tuviera que limitarse a una sola acción, o más bien, a la acción que dicten los conservadores y como si el tema no debiera ser abordado nunca.

Que el tema es de interés para la sociedad es un hecho indiscutible, lo niegue quien lo niegue. No hay más que ver lo que suscita el debate cada vez que se abre y por otra parte permitirá retratar las convicciones democráticas de muchos ciudadanos, especialmente los de la clase política.

El proyecto sin embargo no podrá ser culminado totalmente. El gobierno pretendía crear una amplio Centro de Estudios allí pero tanto la resistencia de los religiosos a abordar estas materias -incluso hasta el punto de que han abandonado el comité de expertos-, como la de los Benedictinos a dejar el lugar, así como los límites del calendario legislativo, impedirán afrontar el tema en toda su extensión.

Previsiblemente, además, los expertos certificarán la imposibilidad de recuperar en condiciones los restos de represaliados que reposan bajo el Valle. «Llevaría décadas separar los restos e identificarlos», por lo que las familias tendrán que conformarse con que el espacio quede dignificado y exento de significado político.

Puede que se trate de la última gran medida del gobierno de Zapatero pero será tan pedagógica…

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