Aïman Zoubir, corresponal en España de la cadena árabe Al Jazeera cree que las revueltas populares han abierto «la puerta a un cambio no sólo en Egipto sino en toda la región», ya que este país es el epicentro del mundo árabe. Por ello cree que el gobierno español y en general los occidentales se están equivocando con su pragmatismo al no apostar claramente por la voluntad popular que está pidiendo cambios desde dentro.

Aïman Zoubir

Aïman Zoubir habla de como el «inminente» cambio de régimen en Egipto puede desencadenar también cambios en otros países árabes. Compara la influencia de Egipto con la de Alemania en Euuopa «por su simbolismo panarabista, yo diría que es el país más importante del mundo árabe y todo lo que ocurre ahí acaba contagiando a la zona».

Sobre la reacción del gobierno español ante las revueltas habla de un «intento de coordinar las posturas a nivel europeo» pero cree que con demasiado pragmatismo: «estamos con el gobierno, pero también con el pueblo egipcio. Y eso no es asi. Porque cuando hubo revoluciones en Georgia o Ucrania, los gobiernos europeos, de occidente en general, de EEUU fueron contundentes al ponerse del lado del pueblo. Aqui no está pasando eso. Y creo que es una postura de momento equivocada. Cuando cambien las cosas, los que representen de verdad a esos pueblos que exigen el cambio, se acordarán de estas posturas».

Cree que esto ha «pillado por sorpresa» a Occidente porque no se analizaba el día a día de la gente en esos países, pero pide «coherencia» con lo que se predica: «Hay millones de personas en las calles en Egipto, todos claman por el cambio. No son esos fantasmas que nos pintaban. No son terroristas, islamistas radicales, es la mayoría silenciosa que se ha rebelado y tiene las mismas aspiraciones que los jovenes de Madrid o Barcelona… y sinceramente no entiendo por qué no hay una apuesta clara por la voluntad de los pueblos».

Aïman Zoubir cree que la petición popular de reformas se va a extender porque salvo pocas excepciones, el resto de los países árabes tienen «todos los mismos condimentos que hay en Egipto: dictadura autoritarias, negación de las libertades y los derechos fundamentales de los ciudadanos y una negación de lo que está pasando alrededor». Aunque cree que los cambios no tienen porque seguir todos el mismo modelo. «Un dirigente que sea medianamente inteligente tiene que empezar ya un proceso de reformas».

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