Ellen Goodman

Premio Pulitzer al comentario periodístico.

 

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Ellen Goodman- Boston. Se cree que el tirador actuó en solitario.  Seguramente sea verdad. No había nadie más junto al sospechoso Scott Roeder cuando se cree que asesinó al Dr. George Tiller en el recinto de su iglesia.

Pero Michael Griffin también actuaba en solitario cuando asesinó a David Gunn en 1993. Paul Hill actuó en solitario cuando mató a John Britton en 1994. John Salvi actuaba en solitario y también Eric Rudolph y James Kopp. Este sospechoso no está sólo en absoluto en esta lista de delincuentes que actúan en solitario.

 Fue un incidente aislado.

Lo fue. No había ningún plan de asesinato maquinado. Pero también fue un incidente aislado cuando la clínica de Tiller fue destruida por primera vez en 1986. Fue un incidente aislado cuando fue alcanzado en ambos brazos en 1993. Cada amenaza de ántrax, cada allanamiento de morada, incluso los destrozos que tuvieron lugar el mes pasado en su clínica de Wichita, todo estaba vinculado en una cadena de «incidentes aislados.?

 La comunidad antiabortista reaccionó con sorpresa 

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No hay duda. Pero ¿dónde estaba la sorpresa por los grupos marginales que olvidaron rechazar? ¿En la página «Tiller Watch» que incluía el colectivo Operación Rescate? ¿En los comentarios de un tal Scott Roeder llamando a Tiller ??el Mengele del campo de concentración de nuestros tiempos?? ¿En la Declaración Acción Defensiva que reza que matar a «un abortista» está «justificado??

¿También estaban sorprendidos por la retórica cotidiana que se refiere como asesinato al aborto ocasionalmente? ¿Se preocuparon por la estrategia del movimiento diseñada deliberadamente para poner sus miras en el abastecimiento, el eslabón más débil de los derechos al aborto, obligando a las clínicas a echar el cierre en el 87% de los condados?

Los líderes antiabortistas denunciaron el crimen.

Lo hicieron. Pero qué inconveniente es que parte de sus propias «estrellas» no parezcan tan tristes. Que Randall Terry llamase a Tiller «un asesino de masas» que hizo algo que «es literalmente demoníaco.? O que el Ejército de Dios considerara al sospechoso «un héroe.? O que «los comentarios» vertidos en un amplio abanico de blogs remataran el cadáver del médico. O que a Tony Perkins, del Consejo de Investigación Familiar, le preocupara más que ??lo que hacía (Tiller) ahora se disimula.?

He cubierto demasiados delitos así. En calidad de absolutista de la Primera Enmienda, no creo que las palabras maten. Pero esta semana no puedo evitar dudar de si la retórica puede justificar un crimen o no en la mente de un fanático. ¿No pueden proporcionar las palabras el tipo de perversa palestra moral a la que se suben los yihadistas y el universo alternativo en el que «un demente solitario» puede encontrar un hogar?

Considere la agresión verbal de «Tiller el Baby Killer» que precedió a este asesinato. ¿Qué decir, por ejemplo, de Bill O’Reilly, que criticaba repetidamente a Tiller por ser alguien que «mataría un bebé media hora antes de nacer sin motivo alguno aparte de que a la madre le duele un pie?? ¿O debemos dejar que O’Reilly lo diga? El presentador impenitente de Fox News presume de que «aquí no hay vuelta atrás… Yo informo honestamente de que todo lo que dijimos de Tiller era cierto.? Menos cuando no lo era.

Lamento que, ni siquiera de luto, la familia de Tiller puede escapar de la política del aborto. ?l era el facultativo de último recurso para muchas mujeres, especialmente aquellas para las que la ecografía no es una alegría sino una noticia trágica. No se acobardó. Por lo menos, debería ser enterrado con la verdad.

No estoy culpando a todo el mundo que marca la casilla antiabortista en el formulario de encuestación. Sé que la ambivalencia es la emoción apartada con frecuencia en los márgenes del debate. Pero ya va siendo hora de que el movimiento antiabortista denuncie a aquellos en posesión de pasiones incendiarias: aquellos que llaman a Obama «el Presidente más abortista de la historia.? Los que escalan la retórica sobre una candidata al Tribunal Supremo. Los que diferencian a los médicos de su profesión etiquetándolos como ??los abortistas.?

En el discurso en Notre Dame en donde Obama fue emboscado, el presidente preguntó, «Como ciudadanos de una democracia vibrante y diversa, ¿cómo abordamos un debate vigoroso? ¿Cómo permanecemos firmes en nuestros principios y defendemos lo que consideramos adecuado, sin demonizar a aquellos con convicciones igual de fuertes delante de nosotros??

Una forma de hacerlo es que aquellos que de verdad ??condenan el crimen? se ocupen de los demás, los que están detrás, que aún proporcionan el tono de la próxima salida.

Ya ve, este sospechoso no era un pistolero tan solitario. Y no, me temo que éste no era un incidente tan aislado.

Ellen Goodman

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