Richard Cohen

Columnista en la página editorial del Washington Post desde 1984.

 

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Richard Cohen-Washington. Christine O’Donnell, la candidata del movimiento de protesta fiscal por los Republicanos de Delaware, confiesa haber «incursionado en la brujería» en una ocasión — una revelación que saltándose apropiadamente el uso gramatical no sólo era de esperarse, sino que explica lo sucedido al Partido Republicano. Alguien — probablemente sepa quién — lo ha maldecido, y ahora tiene una candidata cuya principal aportación al pensamiento político o, en la práctica, la tesitura de los pobres, es haberse quedado a gusto contra la masturbación, que equiparaba al adulterio. Sólo un conjuro puede explicar ese pensamiento.

Sólo un conjuro puede explicar también que Newt Gingrich, probable candidato presidencial, pueda atribuir la política de Barack Obama al «comportamiento keniata anti-colonial». Obama interiorizó presuntamente este comportamiento de su padre, al que sólo vio fugazmente, lo que viene a ser casi nada, y lleva bastante muerto. Esto, como Gingrich y las demás víctimas del encantamiento pueden decirle, es prueba del poder demoníaco que ha salido de la tumba, entrado en la Casa Blanca (oye, el matrimonio Salahi se coló) y empapado el cuerpo y la mente mismos del jefe del ejecutivo. Es suficiente para ponerte los pelos como escarpias.

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De igual manera, sólo un conjuro puede explicar el motivo de que tanto del Partido Republicano insista en llamar socialista a Obama. Colgar este sambenito al mismo caballero que salvó al sector financiero, rescató a Goldman Sachs y al resto de empresas del ramo y practicó la maniobra Heimlich a entidades bancarias en las últimas, sólo puede explicarse por la brujería o el vudú o algo parecido. Ha hecho que el Partido Republicano pierda la chaveta. Obama hizo algo parecido a la industria automovilística norteamericana, salvándola de sí misma. No dejó que quebrara ni la nacionalizó, como habría hecho un socialista, sino que le inyectó liquidez para que — esto es mío — pueda quebrar más adelante.

Los invisibles efectos de la brujería son claramente el motivo de que la quinta parte de los estadounidenses estén seguros de que Obama es musulmán. En la práctica, a medida que pasa el tiempo, cada vez más gente le adscribe esta fe — un fenómeno tan contrario a la lógica o el pensamiento racional que la explicación tiene que encontrarse por fuerza en la más oscura de las artes — la brujería y el vudú. (El Partido Republicano practica el vudú de la canción). Muchos otros estadounidenses creen que Obama no nació en Estados Unidos sino en el extranjero, en Indonesia o en Kenia o incluso en Hawai, que sin que mucha gente lo sepa es estado americano. (El país extranjero es Alaska). El nuevo candidato Republicano al Senado y favorito del movimiento fiscal en Alaska, Joe Miller, responde a casi todas las preguntas remitiéndose a la Constitución. No hay nada en ella acerca de la seguridad social, observaba. También permitía la esclavitud, no observa.

Esta chifladura chiflada por la Constitución, la décima enmienda en particular, es claramente obra de brujas, druidas y dementes. No tiene nada que ver con los verdaderos problemas de América y, si se toma demasiado en serio, provocará un desastre económico y político. La Constitución es un documento maravilloso, bastante milagroso en la práctica, pero sólo porque se ha adaptado sabiamente a los renovados tiempos. Suscribir cada palabra de cada una de sus cláusulas al pie de la letra no es respetuoso en absoluto con los Padres de la Patria. Eran revolucionarios que se apuntaban al cambio. Así es como llegamos aquí.

Escuchar a los conservadores Republicanos hablar durante el reciente Encuentro de Valores Electorales era escuchar hablar a un orador tras otro sobre cosas que no se pueden ver y no existían. Una es el supuesto programa homosexual, que ha convertido la orientación sexual en movimiento político. Este programa, al margen de cuál pueda ser, debe ser un misterio para los conservadores homosexuales, de los cuales hay unos cuantos.

O’Donnell es a donde el Partido Republicano lleva ya un tiempo encaminándose. Los líderes del partido se han negado frontalmente a plantar cara a cualquier estupidez, llegando a sugerir que estar de acuerdo con Obama puede no ser cristiano. Sus intelectuales han apoyado e impulsado las insensateces de Sarah Palin. Nada para ellos es ir demasiado lejos. El partido no está preparado para gobernar. Apoyaría al Joker pero no a Batman, que se ha dejado ver demasiado con Robin.

Así que ahora tiene una candidata en Delaware que encarna de verdad al político profesional. Parece no tener recursos aparte de los fondos de campaña. Supuestamente vive en su sede electoral, aunque esto es algo sin confirmar. Cualquiera que sea el caso, no tiene empleo ni opiniones dignas de consideración ni por un momento. (Decepciona incluso a Karl Rove). No es probable que gane, pero tal como van las cosas este año, podría. La gente está indignada. La gente está cabreada. Cae la noche.

¿Por dónde se sale en escoba?

Richard Cohen
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