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Fernando Berlín, el autor de este blog, es director de radiocable.com y participa en diversos medios de comunicación españoles.¿Quien soy?english edition.

Plan, proyecto, doctrina o sistema optimista que aparece como irrealizable en el momento de su formulación. [rae]

Sí. Esta semana fui a ver Utopía, la última obra de teatro de Leo Bassi. Indispensable para quienes tienen o tuvieron una mirada progresista sobre la vida.

Soy un devoto de Bassi, ya lo he contado aquí otras veces. Apenas lo conocía como espectador de sus apariciones en televisión, en el programa de Sardá. Allí Bassi se vió obligado a compactar sus espectáculos, sacrificando el discurso político, reduciéndolo a un conjunto de provocaciones y símbolos. Así es la televisión. Poca gente fue capaz de entender qué retrataba ese bufón en las reacciones del público cuando explotaba excrementos y fingía comérselos.
Nunca nadie se había atrevido antes a decirle a las cadenas de televisión, en sus propias narices, lo que pensaba de ellos. Bassi lo hizo. Pero poca gente lo entendió: La mayor parte de la televisión es una mierda, en efecto, que comemos sin protestar, para gloria de sus ejecutivos.

Pero hace unos años la vida me colocó frente a la puerta de su teatro. Fue un martes. No tenía nada que hacer y la obra empezaba minutos después. Fuí a la taquilla, me compré una entrada y me senté. No sé por qué lo hice. No había hecho algo así en la vida. Bien, pues cuando comenzó la obra, atravesé el espejo, tuve una revelación, título que precisamente dió nombre a su siguiente obra. Al terminar me dirigí a él y se lo conté. Desde entonces hemos sido muy buenos amigos, lo que me ha permitido asistir de cerca a muchas otras de sus provocaciones, e incluso a las dificultades y amenazas que sufrió con La Revelación. Esa, pese a lo que se dijo, no era una obra de teatro sobre la Iglesia. Era sobre la racionalidad, la ilustración, contra el misticismo y la superchería, contra el miedo de los humanos, tan simples, tan pequeños, tan solos…

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Puedo contar que tuve el privilegio, además, de refugiarme una vez en su casa de la isla, en cuyo terreno Bassi esculpe formas oníricas y junto a Laura, su pareja, mima la paz dedicando tiempo a pensar y a caminar entre las voces de palmeras y frutales. Puedo decir, por tanto, que he conocido al genio. La faceta más desconocida de Leo Bassi es su vertiente profundamente reflexiva, filosófica, de enorme calado intelectual.

Bassi ahora ha vuelto a Madrid con «Utopía«, una obra sobre la pérdida de los grandes sueños, sobre la renuncia de la izquierda a cambiar el mundo. Y sobre la anestesia que están sufriendo los ideales y los grandes proyectos. Pero es, incluso, algo más que una representación, es la agitación de las conciencias, la alerta del filósofo. Un regalo para quienes buscan respuestas y no encuentran su camino.

¿Quien es el culpable de que las Utopías estén en la UCI? ¿Acaso la Utopía no ha sido la mecha de todos los grandes cambios? Pues los culpables son los perfeccionistas, los pesimistas, los pragmáticos, los conservadores, los temerosos. Porque utopía es la palabra de los valientes, de los que cambian el mundo. De Leo Bassi.

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