E. Robinson

Catedrático Neiman de Periodismo en Harvard y Editor de la sección Exterior del Washington Post.Sobre RobinsonSus columnas, ahora en radiocable.com

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Eugene Robinson – Washington. Antes de que el Presidente Obama pueda hacer, tendrá que deshacer. Reparar los daños que causó George W. Bush a los valores, el honor y el orgullo de la nación será complicado y, en ocasiones, políticamente inconveniente. Pero no hay nada más urgente, y nada cosechará en última instancia más beneficios dentro y fuera de la nación.

Los decretos ejecutivos que Obama aprobó el jueves concernientes a la detención de sospechosos de terrorismo son un comienzo. Queda mucho más por deshacer.

La promesa de campaña de Obama de clausurar la prisión de Guantánamo fue inequívoca, y su decreto ejecutivo ordenando que las instalaciones sean cerradas en cuestión de un año es en realidad simplemente el cumplimiento oficial de esa promesa en un plazo concreto. Guantánamo seguirá funcionando mañana. Obama ganó tiempo para que sus consejeros y él planifiquen cómo cumplir su compromiso, pero será una gran decepción que una acción concreta vaya a tardar tanto tiempo.

Guantánamo es más que una cárcel que alberga a varias docenas de individuos peligrosos y un puñado de verdaderos genios terroristas. El propio nombre se ha convertido en el resumen de la arrogante indiferencia de la administración Bush a las normas legales internacionales. En términos de la imagen moral de América en el mundo y de la invitación de Obama a no abandonar los ideales más nobles de la nación en aras de la conveniencia, cada día que la cárcel de Guantánamo siga abierta es un día perdido.

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Sé que llevará tiempo examinar las circunstancias de cada uno de los alrededor de 245 reclusos encarcelados allí hoy. Sé que habrá que desarrollar nuevos juicios para procesar a los sospechosos que fueron interrogados utilizando métodos que la justicia considera tortura, lo que significa que las pruebas admisibles en su contra van a ser contadas. Sé que ha sido difícil encontrar países dispuestos a aceptar algunos de los detenidos que resultaron ser víctimas inocentes de las políticas de detención de la administración Bush. Sé que desplazar a los sospechosos a cárceles militares o federales va a provocar aullidos en el Congreso, especialmente entre los congresistas cuyos estados o distritos van a verse obligados a servir de anfitriones.

Nada de esto debería prolongarse hasta un año. Un decreto ejecutivo pasa a ser real cuando es acompañado -puntualmente- de acciones.

Más inmediata y definitiva, a primera vista al menos, es la orden de Obama que prohíbe las prácticas de interrogatorio «ampliadas» de la administración Bush, cuyos críticos afirman que no son sino tortura bajo un siniestro eufemismo.

Obama limitó los interrogatorios estadounidenses a los métodos especificados en el Manual de Campo del Ejército, el cual prohíbe el castigo físico. Esa orden presidencial pone punto y final a la práctica del interrogatorio mediante ahogamiento, una técnica de ahogamiento simulado utilizada durante la Inquisición Española y el reinado del Khmer Rojo y también, para vergüenza y deshonra de nuestra nación, durante la presidencia de George W. Bush.

..La orden presidencial pone punto y final a la práctica del interrogatorio mediante ahogamiento, una técnica de ahogamiento simulado utilizada durante la Inquisición Española…

Obama dijo que sus decretos, adoptados en su segundo día completo de ejercicio, dan muestra de que «Estados Unidos tiene intención de proseguir la actual lucha contra la violencia y el terrorismo? de una forma consistente con nuestros valores y nuestros ideales.? Implícito queda el reconocimiento de que las acciones de la administración anterior no fueron consistentes con esos valores e ideales y aquí es donde Obama tiene que ir más lejos.

Hay muchos «asuntos por sentado,» por citar a Donald Rumsfeld, acerca de los años Bush. No tenemos la versión completa de las cárceles secretas distantes de la CIA donde los sospechosos de terrorismo son encarcelados e interrogados. Desconocemos el alcance del programa «de rendición» dentro del cual los sospechosos eran entregados a terceros países cooperadores para su interrogatorio agresivo y presuntamente abusivo. Desconocemos el alcance total del programa de escuchas telefónicas sin garantías judiciales de la administración.

Y hay asuntos desconocidos por completo. Teniendo en cuenta lo que ha sido dado a conocer, ¿no es concebible que la administración Bush tomara otras medidas que de ser dadas a conocer, nos pondrían los pelos como escarpias?

Obama debe constituir un jurado especializado, algún tipo de «comisión de la verdad,» para investigar la conducta de Bush durante su «guerra contra el terror» e informar al pueblo estadounidense. La idea no es procesar a nadie. La idea ciertamente no es dar a conocer secretos de seguridad nacional cuyo descubrimiento pondría vidas en peligro. La idea es saber, y recordar.

Los ideales de esta nación de igualdad ante la justicia, estado de derecho, interrogatorios humanos, privacidad y transparencia pública no son simple adorno. Son la esencia de quienes somos. Al ser indiferente a esos ideales, la administración interior fue indiferente a todos nosotros.

Una investigación escrupulosa sería polémica y podría dificultar que Obama siguiera adelante con su agenda en otros terrenos. Pero como decía el jueves, tenemos que honrar nuestros valores «no sólo cuando es fácil, sino también cuando es difícil.?

Eugene Robinson
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