En 2013, era habitual que la contaminación no dejara ver el sol en algunas ciudades chinas. Pero en 2020, el gigante asiático había logrado reducir la cantidad de partículas dañinas en el aire un 40%. Nunca nadie había logrado un descenso de contaminación tan grande tan rápido. Un reportaje de la BBC destaca la forma en que China logró este hito.

China tenía en 2013 un promedio de 52,4 microgramos (µg) por metro cúbico (m3) de partículas contaminantes PM2.5, diez veces más que el límite recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en la actualidad. Entonces eran habituales las fotografías en las que una densa capa de contaminación no deja ver el sol en pleno día. Pero ya no.

Según el informe del Instituto de Política Energética (EPIC) de la Universidad de Chicago, que realiza mediciones satelitales, el país asiático redujo la cantidad de partículas dañinas en el aire un 40% entre 2013 y 2020. Es el mayor descenso de polución en el ambiente en un país en un lapso tan corto. A Estados Unidos le llevó tres décadas alcanzar un objetivo similar desde la histórica Ley de Aire Limpio de 1970.

China ha logrado este hito con varias medidas. A finales de 2013 se activó el Plan de Acción Nacional de Calidad del Aire para reducir la contaminación un 35% en un período de cuatro años con un generoso presupuesto de US$ 270.000 millones, a los que se sumaron otros US$ 120.000 del ayuntamiento de Pekín. Y la primera batalla fue contra el carbón, el mineral que hizo posible la rápida industrialización china desde el último cuarto del siglo XX y su principal fuente de energía.

El gobierno chino prohibió la construcción de nuevas plantas de carbón en la regiones más contaminadas y forzó a las existentes a reducir emisiones. Entre 2017 y 2018 se cerraron buena parte de las minas y plantas de carbón en la provincia de Shanxi o Pekín y aunque sigue siendo la principal fuente de electricidad en el país, ha pasado de suponer el 67% de la producción al 56% y se ha promovido la energía nuclear.

Otras medidas adoptadas por China fueron reducir la capacidad de producción de hierro y acero y sobre todo restrinjir la circulación de coches y vehículos con motor de combustión. En ciudades como Pekín, Shanghai, Guangzhou y otras se restringió la cantidad de automóviles en circulación con cuotas diarias y se limitó el número de matrículas nuevas cada año.

Todo esto ha permitido una drástica reducción de contaminación, especialmente en las grandes urbes. En Shanghai, por ejemplo, las partículas decrecieron un 44%, en Guangzhou un 50%, en Shenzen un 49% y en Pekín un 56%. Aunque pese a este gran esfuerzo, China aún tiene mucho camino por recorrer para limpiar los cielos de sus ciudades. La polución en Pekín es de 37,9 µg/m3 en promedio, cifra muy superior a los 6,3 µg/m3 de Nueva York, 9 de Londres, 6,9 de Madrid o 20,7 de Ciudad de México, según los datos satelitales más recientes.

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