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Fernando Berlín, el autor de este blog, es director de radiocable.com y participa en diversos medios de comunicación españoles.¿Quien soy?english edition.

 

Dos importantes periódicos españoles publicaron ayer que Rajoy ha encargado un informe a FAES para estudiar la viabilidad del copago sanitario (cobrarle una pequeña cantidad al que acude al doctor). El debate no es nuevo, y aunque el PP ha negado reiteradamente ser partidario de ese modelo sanitario, lo cierto es que no es la primera vez que se muestran seducidos por el mismo.

Desde luego, si el PP gobierna planteará más austeridad -es decir más recortes-, y probablemente en partidas del Estado de bienestar consideradas esenciales. Así se lo están manifestando algunos diputados del PP en privado a empresarios y medios extranjeros desde hace semanas. Tanto es así que en el PP se ha cuantificado incluso el impacto que tendrá en términos de movilización social.

Independientemente de este asunto, lo cierto es que el tema del copago -o mas bien repago pues la sanidad ya la pagamos cada ciudadano con nuestros impuestos- es un tema muy discutible.

Hay informes como el de José Ramón Repullo Labrador (Inst. Salud Carlos III) que alertan sobre ese modelo y cuestionan sus supuestos beneficios. El copago puede provocar en los usuarios inquietantes efectos: conductas de resarcimiento, tomar el precio como indicador de la calidad y monetarizar abusivamente las relaciones y transacciones:

[…] en el propósito psicosociológico se busca con la señal de los precios (indicativos o reales) mejorar la concien- cia de costes de los pacientes, señalarles el esfuerzo que la sociedad realiza en su asistencia (reconciliación individuo-sistema) e inducir una conciencia«consumerista» más activa y exigente del paciente (como cliente). Este argumento, aunque se cita mucho en los debates, rara vez es analizado en detalle; sin embargo, muchas ideas previas formuladas como leyes generales («se valora sólo lo que se paga») no parecen confirmarse por la nueva evidencia de la economía del comportamiento, y también algunos axiomas (la conciencia del coste reconcilia al usuario con el sistema) encuentran corolarios inquietantes (conductas de resarcimiento, tomar el precio como indicador de la calidad y monetarizar abusivamente las relaciones y transacciones)

[…] debemos considerar que los argumentos habitualmente utilizados (financieros, de eficiencia y psicoló- gicos) son muy débiles y no aconsejan el uso del copago sanitario en nuestro país; por ello, y dados los efectos indeseables en la equidad, la eficiencia y las conductas de resarcimiento, cualquier política que pueda proponerse debería asumir la carga de la prueba de que los beneficios superarían a las ventajas, y en lo posible ser pilotada y sometida a una evaluación y escrutinio riguroso, tanto en su aplicación experimental como en su eventual generalización

Vamos que como dice el título de este post, proponiendo el copago no se trata de hacer los servicios públicos más eficientes, sino de empujar al ciudadano hacia la sanidad privada poco a poco.

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