En su última expedición al Amazonas, Diego Cortijo ha localizado el «Incacok», una cara inca de enorme tamaño esculpida en la roca en medio de la selva peruana desconocida hasta ahora y que podría ser obra de una antigua cultura o civilización perdida. A principios de este año 2012, este investigador de temas arqueológicos español logró fama mundial por ser el primero en fotografiar a un grupo de indígenas «mashco pico» no contactados.

Cortijo, que es miembro de la Sociedad Geográfica Española,  dirigió a un grupo de nativos amarakaeri y a miembros del SERNANP, (Servicio Nacional de Áreas Protegidas de Perú) por la selva peruana del Departamento de Madre de Dios. Seguian informaciones de algunos nativos de diferentes comunidades que hablaban de una inmensa cara inca de piedra.

Tras varias semanas de exploración, el equipo arribó a una laguna presidida por una gran cascada, tal y como los ancianos nativos habían transmitido. Y en lo alto de la cascada apareció lo que parecía una nítida cara de rasgos andinos. El rostro fue denominado por el equipo como ??Incacok?, cara inca en harambuk, la lengua de los nativos amarakaeri.

 

El
(Foto @Diego Cortijo)
Diego Cortijo ha explicado que pudiera tratarse de una formación natural pero oportunamente retocada: «El lugar presidencial en el que se asienta y la orientación hacia el este de la imagen, son indicios que apuntarían a su origen artificial ya visto en otras tallas de asentamientos andinos», apunta el explorador, a la espera de una investigación y exploración más profunda de la zona.

Los últimos descubrimientos arqueológicos ubicados entre las fronteras de Brasil, Bolivia y Perú, como los denominados geoglifos de Acre (Brasil) señalan inequívocamente la presencia de importantes culturas desconocidas que se asentaron en la espesa selva baja amazónica, algo que hasta hace muy poco parecía imposible por las condiciones ambientales. Esto ha hecho replantearse la penetración en la jungla de culturas como los incas que pudieron contactar con estas civilizaciones y por ende dejar tras de sí huellas de su paso todavía escondidas en la selva.

La localización del Incacok, según ha detallado Diego Cortijo estuvo llena de dificultades. La zona en la que se encuentra es remota e inaccesible y obligó al equipo de exploradores a abrirse camino a machetazos y escalando por roca y barro, en medio de una gran humedad y de encuentros con pumas, grandes serpientes e insectos de todo tipo.

El regreso también fue accidentado, ya que unas lluvias torrenciales los mantuvieron dos días aislados. Para salir, tuvieron que fabricarse una balsa de troncos para ir río abajo, perdiendo parte del equipo y un par de cámaras fotográficas.

Diego Cortijo y su equipo
(Foto @Diego Cortijo)

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