El semanario británico analiza los problemas en la expansión del Canal de Panamá y los movimientos que pueden producirse en la industria si hay retraso. En concreto revela que muchos puertos de EEUU han invertido para adaptarse a los nuevos buques y que se estudian alternativas ante el impacto de que el canal no se abra en plazo. Il Sole 24 Ore, por su aprte, recoge que vuelve a hablarse de la constructora Bechtel para terminar la obra… aunque sería un lujo que quizá «Panamá no pueda permitirse».

The Economist habla del efecto dominó del retraso para la industria del transporte marítimo, en especial la de EEUU. Señala: «La disputa ya tiene un coste en tiempo. Comienzo en la primera parte de la estación seca, los últimos cuatro meses en que las condiciones son buenas para mezclar el cemento. Estados Unidos es el principal usuario del canal. Miami está realizando mejoras en su puerto por valor de 2 millones de dólares, previstas inicialmente para coincidir con la apertura de la ampliación del canal este año o el próximo. En lugares tan lejanos como Nueva York y Nueva Jersey, las autoridades están profundizando los puertos para abastecer a los buques -nuevo Panamax- que podrán transportar casi el triple de carga. Los puertos del Caribe también se están expandiendo.

 

Sin embargo, la disputa ha atraído la atención hacia rutas alternativas para barcos grandes, como la que conduce de América a Asia a través de Suez o utilizando trenes y camiones entre las costas americanas o incluso trasladando empresas a Méjico en lugar de a Asia, según dicen los expertos. Aaron Ellis de la Asociación Americana de Autoridades Portuarias dice que es un error común que los barcos más grandes dependen de la expansión del Canal. Se trata de un gran acontecimiento en el comercio mundial pero no es lo único que está en juego.»

Il Sole 24 Ore dice que vuelve la hipótesis de que sea la americana Bechtel quien acabe las obras. La crónica de Simone Filipetti dice: «¿Qué ocurre ahora? Vuelve a perfilarse la hipótesis, que ya había sido ventilada como amenaza por Panamá, de encomendar las obras a alguno otro. Y ese algún otro podría ser el gigante USA Bechtel (véase artículo sucesivo). Más fácil decirlo que hacerlo. Significaría prolongar en dos o tres años el fin de los trabajos. Un lujo que Panamá no se puede permitir: el nuevo Canal garantizará 2.000 millones de peajes al año; que subirán a 6.000 cuando el Canal funcione enteramente. ¿Está dispuesto el gobierno a renunciar a tales ingresos? A juzgar por la maniobra de anoche cabría decir que sí. Pero la partida no está totalmente cerrada.»

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