El conflicto en Cataluña sigue provocando artículos en los medios de todo el planeta, pero en los últimos días dos de los semanarios más prestigiosos e influyentes han coincidido en resaltar un análisis: la crisis catalana es en realidad una señal de problemas en la esencia de la democracia y cultura democrática de España. Más allá de las críticas que reparten tanto a la Generalitat de Puigdemont como al gobierno de Rajoy por sus respectivas formas de proceder, señalan que el enfrentamiento evidencia el fin de la era de los pactos del 78 en que España parecía moverse siempre hacia adelante. Y advierten de que ahora los líderes españoles deben decidir si dejan que el problema en Cataluña se enquiste o lo aprovechan para impulsar una renovación nacional.

The Economist apunta que el 21 D ha apaciguado pero no resuelto una crisis que va hasta la esencia de la democracia española. El artículo de Michael Reid se titula «El hombre que no estaba ahi» y afirma que la convocatoria electoral por parte de Rajoy puede aliviar parte de la tensión en Cataluña, pero no debe ocultar la gravedad de la subyacente crisis constitucional que vive España. Reparte críticas a la Generalitat por «creer su propia propaganda» y por sobrestimar el movimiento independentista, mientras que al gobierno central le acusa de «subestimarlo».

 

Pero sobre todo considera que el conflicto catalán es la señal «más dramática» de que la Constitución española necesita una puesta al día. Recuerda que la descentralización del país añadió complejidad y barreras regulatorias y que la entrada en la UE quitó poderes al gobierno central y cita a José María de Areilza que apunta que lo importante es que la reforma constitucional no se convierta en un precio a pagar, sino en un proyecto compartido. Resalta que la transición a la democracia generó en España un «sentimiento de propósito» que recientemente se ha perdido, a pesar de la vigorosa recuperación económica. Y considera que los lideres españoles se enfrentan ahora a una elección: dejar que el problema catalán se enquiste o aprovecharlo para impulsar una renovación nacional.

The New Yorker señala que en España hay inseguridad sobre la profundidad de la cultura democrática. El reportaje que firma Jon Lee Anderson resalta que la declaración de independencia catalana y la aplicación del 155 han marcado el «fin de la era en la que España parecía moverse siempre hacia delante como una democracia moderna y tolerante, capaz de adaptarse a las nuevas circunstancias». Pero resalta que varios importantes medios españoles atacaron a los periodistas extranjeros por criticar los métodos del gobierno y lo atribuye a una «profundamente asentada inseguridad en el establishment político y mediático español sobre la profundidad de su cultura democrático, y con razón».

 

Apunta en cualquier caso que los problemas de España no son internacionales, sino internos y se debe a que los pactos del 78 parecen estar derrumbándose. Sostiene que hay aspectos de la democracia española que son «admirables y notables», entre los que menciona la cultura de la tolerancia, la relación con la inmigración o la sanidad. Pero apunta que el rechazo de los político a oír puntos de vista opuestos o alcanzar compromisos, no lo son y advierte de que hay pocos indicios de que las cosas puedan mejorar a corto plazo.

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