L??Economiste sostiene en un artículo firmado por Robert Lanquar que la fusión entre la aerolínea española y la británica parece estar perjudicando a los españoles. Y dicen que el malestar de los empleados se ha «extendido hasta los ministerios de Industria y Economía».

Aviones de Iberia y British
(Foto: Flickr/Curimedia)

L´Economiste asegura: «A diferencia de Air France-KLM, la fusión entre Iberia y British Airways, que dio origen a al holding IAG, parece ir en detrimento de los españoles. Las huelgas de los empleados y pilotos de Iberia se multiplican y proseguirán hasta, al menos, a mediados de la primavera de 2013, tras la decisión de IAG de despedir a 4.500 empleados de Iberia. En las cláusulas de salvaguardia del acuerdo firmado en abril 2010, estaba previsto que hasta 2015, cada una de las dos partes podría retirarse de la fusión y volver a ser independiente.»

Detalla: «Es lo que ahora piden los sindicatos españoles, advirtiendo que, además de los despidos, Iberia está perdiendo algunas rutas, como ya ha sucedido con las de Johannesburgo o Miami y sus licencias de explotación y certificados de operador aéreo. La flamante terminal T4 de Madrid-Barajas, que costó 7.000 millones de euros, estaría siendo infrautilizada y los pasajeros tienen que pasar por el repartidor de Heathrow para poder alcanzar los numerosos destinos explotados por British Airways.»

El texto añade: «El malestar se ha extendido hasta en los ministerios de Industria, Desarrollo, e incluso el de Economía que dirige Luis de Guindos, que estiman que Iberia ha sido fagocitada por British Airways. Además estos ministerios recuerdan los continuos obstáculos que el regulador británico impuso a la empresa española Ferrovial, propietaria de los principales aeropuertos del Reino Unido. Con un barril de petróleo que supera los 110 dólares, Iberia no podría sobrevivir sin ganar en competitividad y en productividad en el trabajo. Perdería, según algunas fuentes, casi un millón de euros cada día. Las actuales huelgas no harán más que empeorar la situación.»

[Leer el artículo completo en L´Economiste]

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