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Fernando Berlín, el autor de este blog, es director de radiocable.com y participa en diversos medios de comunicación españoles.¿Quien soy?english edition.

Hoy se votaban en el Congreso asuntos tan importantes como los Presupuestos y tan espinosos como la implatación del Canon. Sin embargo durante toda la mañana el Congreso ha estado vacío.

Este es un asunto que llama mucho la atención al común de los ciudadanos y que, sin embargo, tiene una explicación. Fue Josu Erkoreka (PNV) quien me la contó, durante un encuentro que tuvimos en su despacho.

En la oficina -que está en un edificio frente al Congreso- hay varios monitores -en pasillos y despachos- en los que se sirve la señal televisiva del hemiciclo. La finalidad es que los diputados, aunque estén reunidos, puedan estar al tanto del transcurso de los debates.

Además un timbre advierte del inicio de las votaciones para que puedan acudir a tiempo al noble momento de la votación. En realidad, nada -salvo la votación- se resuelve en el hemiciclo ese día porque todo viene ya debatido.

¿Podría entonces eliminarse el debate previo a la votación? ¿podría incluso realizarse una votación electrónica, en vez de presencial?. No debería. El debate en el hemiciclo y la posterior votación es la «escenificación solemne» de que una ley sale adelante.
Solo eso. Una escenificación ante la ciudadanía, ante la democracia.

Las mesas ya han trabajado durante meses en la redacción, en el estudio de las leyes y en las negociaciones para conseguir que salgan adelante. Poco o nada se puede matizar ya el día del debate.

Los diputados no están presentes en los debates porque participan en diversas áreas y las discusiones son paralelas y múltiples (justicia, obra pública, áreas sociales…). Por eso, a menudo, su voto en un área en el que no han participado, será consultado al responsable de esa mesa para saber la posición del partido. Por mucha voluntad que tuviera un diputado en participar en múltiples asuntos, tendría que tener la capacidad de omnipresencia para estar en varias mesas de trabajo, en el hemiciclo y en las relaciones exteriores, representativas, que necesita su cargo.

Eso no quiere decir, por supuesto, que el sistema sea perfecto. Hay un asunto, además, que tiene que ver con la disciplina de partido y que a menudo produce situaciones tan lamentables como esta que le ocurrió al PP con la Ley de la Memoria histórica. Pero eso ya es otra historia:  

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