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Fernando Berlín, el autor de este blog, es director de radiocable.com y participa en diversos medios de comunicación españoles.¿Quien soy?english edition.

En el año 98 oí hablar por primera vez del concepto «emprendedores». Fue en el despacho de Felipe González, durante una entrevista que nos concedió tras asaltarle en un restaurante.  González defendía que la única forma eficaz de luchar contra el desempleo era enseñando a la gente a emprender sus propios proyectos. El expresidente creía, además, que divulgar las herramientas para emprender era incluso progresista, porque daba oportunidades y red social a quien no las tiene. Yo era emprendedor, pues acababa de montar radiocable.com, aunque en realidad no sabía que lo era. El concepto apenas se utilizaba.

Han pasado 14 años de aquello y hoy los principales partidos políticos han incluido incentivos en sus programas electorales para fomentar el emprendimiento. Según el PP, España necesita un millón de emprendedores y según el PSOE habrá que poner en marcha medidas como créditos específicos para su financiación. Hoy, cuando se habla de emprendedores ya no se refieren a un capricho o una oportunidad laboral, sino a una necesidad real de nuestro modelo social.

Los beneficios serán numerosos, pues emprender da libertad al ciudadano, pero los riesgos no son pequeños. La necesidad de cultivar el mundo del emprendedor no puede llevarnos a perder la cabeza. Está bien que se den beneficios fiscales y ayudas financieras a quien emprende un negocio, pero debemos evitar que tras esa palabra se esconda quién solo persigue un espacio de impunidad fiscal o un lugar para dar el pelotazo.

Sea como fuere, crear emprendedores de la nada no es tan sencillo. Para empezar, España no tiene la cultura empresarial anglosajona. Nuestro modo de vida es diferente y nuestras aspiraciones también deben serlo. Si se quiere incentivar el espíritu emprendedor debería empezar a enseñarse desde la escuela. Debería enseñarse, por ejemplo, que el éxito y el fracaso son parte del mismo proceso de emprendizaje.  Y también sería conveniente asumir que no todo el mundo quiere ser emprendedor, y que la gente tiene derecho a tener aspiraciones diferentes.

Pero hay otras cosas. Como ya he dicho alguna vez, España tiene rigideces atribuibles a su historia ,a su cultura y a su modo de vida. En efecto, pero estas rigideces, lejos de suponer una dificultad nos han permitido desarrollar nuestro sentido de la productividad y el trabajo en una dirección única.  España no podrá competir nunca en la producción de paraguas con China, entre otras cosas porque aquí, gracias a esas rigideces, existen los derechos sociales: (bajas, horas extras pagadas, Seguridad Social, vacaciones, jubilaciones etc,) que allí no existen y por lo tanto nuestros productos nunca serán tan baratos. Podemos sin embargo, convertirnos en una potencia mundial en el ámbito del turismo, el sol y la calidad de vida, entre otras muchas cosas.  Si tratamos de homogeneizar nuestra cultura con otros referentes, envidiando por ejemplo la productividad ajena, estaremos renunciando precisamente a lo único que nos hace diferentes y que lejos de ser una rémora constituye nuestra principal cualidad.

Quizá nunca inventemos el McDonalds, pero el New York Times dice que tenemos a uno de los mejores cocineros del planeta.

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