El 1 de enero de 2017, España dejó oficialmente de ser miembro no permanente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas (CSNU), máximo escaparate de la diplomacia internacional, y del que ha formado parte durante el binomio 2015-2016. España ha tenido voz y voto en debates como los de las guerras de Siria, Irak o Ucrania aunque sus posiciones han sido las mismas que las de sus socios en la UE. En donde más ha destacado, ha sido en áreas como la lucha contra el terrorismo, la protección de la mujer en situaciones de conflicto y en una resolución sobre la trata de personas, impulsada con la presencia de Mariano Rajoy para presidir la reunión y que ha servido para despedir la actividad de España en este órgano de la ONU.

(Foto: Flickr/La Moncloa)

España llevaba más de una década sin ocupar un asiento no permanente en el Consejo de Seguridad. Su anterior presencia coincidió con la controvertida Guerra de Irak en 2003, cuando, bajo la presidencia de José María Aznar se brindó un apoyo significativo a EEUU, su mayor impulsor. En esta ocasión, España ha jugado un papel mucho menos relevante, aunque se hayan tocado asuntos tan espinosos y complejos como las guerras de Siria y Ucrania, las sanciones a Irán o la reciente declaración de los asentamientos israelíes como «ilegales». El voto de España en todas estas cuestiones siempre ha ido en conjunto con las posiciones occidentales y en particular con las europeas.

Al ser uno de los 10 miembros no permanentes del CSNU en este binomio, a España le ha tocado presidir el consejo dos veces: en octubre de 2015 y en diciembre de 2016. En ambos casos, aprovechó para tratar de impulsar algunas de las cuestiones que había fijado en prioridades de su programa: la lucha contra el terrorismo y la igualdad de género y la defensa del papel de la mujer en conflictos armados. En este sentido, destaca la resolución 2242 sobre Mujeres, Paz y Seguridad aprobada por unanimidad en 2015.

Además España desempeñó la presidencia de tres comités vinculados a la no proliferación de armas de destrucción masiva y promovió una resolución para evitar que los grupos terroristas puedan tener acceso a ellas. Asimismo se impulsó un debate sobre cooperación judicial frente al terrorismo que desembocó en otra resolución del CSNU.

En el conflicto en Siria, que ha marcado buena parte de la actividad de Naciones Unidas en estos dos años, España ha tenido sobre todo un papel en el ámbito humanitario, impulsando varias resoluciones destinadas a mejorar el suministro de ayuda a la población siria o para la evacuación de Aleppo. Aunque también se recordará que una de las resoluciones más relevantes del Consejo en los últimos años, la 2334 que establece una dura condena a los asentamientos israelíes en los territorios ocupados palestinos, fue aprobada bajo la presidencia española, con la abstención de EE.UU.

Para despedir la presencia de España en el CSNU, Mariano Rajoy presidió el pasado 20 de diciembre la reunión de este órgano y los debate que llevaron a la aprobación de la Resolución 2331 sobre la trata de personas que insta a estados miembros y organizaciones internacionales a adoptar medidas concretas contra el tráfico de personas en situaciones de conflictos, una lacra que el propio Rajoy calificó de «reencarnación de la esclavitud en el siglo XXI».

No existen normas fijas sobre cuándo puede un país volver a pedir sitio en el Consejo de Seguridad de la ONU, aunque existen equilibrios regionales que se suelen respetar. Algunos por su gran peso internacional, como Alemania o Brasil, suelen pedir el reingreso con mayor frecuencia. En el caso de España, hasta ahora ha ido teniendo un asiento cada 10 o 12 años.

 

 

 

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