El diario frances publica un balance de la presidencia de Jose Luis Rodriguez Zapatero y detalla como ha pasado de encarnar la renovación política en 2004 a ser «el jefe del gobierno más impopular de la democracia española». Para Le Figaro las medidas de austeridad de mayo de 2012 fueron el punto de inflexión y el 15M marca el «divorcio simbólico» entre Zapatero y su electorado.

Zapatero
(Foto: Flickr/Tolwen)

La crónica de le Figaro es de su corresponsal Mathieu de Taillac y empieza comparando dos imágenes: los jóvenes que saludaron la victoria de Zapatero en 2004 al grito de «No nos falles» con los miles de jóvenes indignados que gritan en este 2011 «No nos representan». Y asegura: «El contraste es cegadora y la caída, vertiginosa».

«A su llegada al poder en 2004, Zapatero encarnaba la renovación política en España. Una referencia ideológica para la izquierda europea. Hoy, el mismo hombre se prepara para abandonar el poder honrado un titulo poco halagador: es el presidente del gobierno más impopular de la democracia española. Ni el conservador José María Aznar (Partido Popular, PP), puesto en la picota durante la guerra en Irak, ni el socialista Felipe González, sumido en la corrupción, conocieron tal naufragio.»

El diario galo explica que «nada hacia presagiar» esta caída y recuerda como tras su primera victoria «Zapatero aplica cuidadosamente su programa, organizado en torno a los «nuevos derechos sociales». Un concepto inspirado en el filósofo irlandés Philip Petit y centrado en las cuestiones sociales: el matrimonio entre homosexuales, la Ley Integral contra la violencia doméstica, la liberalización del divorcio y el aborto, la rehabilitación de las víctimas de la guerra civil y de la dictadura de Franco… El carácter cortante de estas reformas indigna a los círculos conservadores, pero cautiva por su audacia los votantes socialistas.»

Incluso en los primeros embates de la crisis, Le Figaro explica que Zapatero es percibido por la izquierda «como la opción políticamenos mala. Hasta el 12 de mayo de 2010. «Ese día, me cortó el cordón umbilical con el electorado progresista», dijo Zapatero a algunos amigos. Al anunciar una serie de estrictas medidas de austeridad, el presidente del Gobierno se aleja del corazón de sus seguidores».

El artículos termina apuntando: «Zapatero, en todo caso, ya no tiene nada que perder. Con o sin razón, parece haberse convencido de que se ha sacrificado por el bien de su país. Sus partidarios quieren creer que la historia le absolverá. Sus detractores ven en ese sentido mesiánico la demostración de su irracionalidad. El ha confiado a su familia que se siente liberado. Grandeza y decadencia».

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