Un nuevo informe de Costs of War (Costes de la guerra), el proyecto de investigación de la Universidad Brown, estima que al menos 4,5 millones de personas han muerto desde 2001 como consecuencia de las guerras desatadas tras la reacción de EEUU y sus aliados a los atentados del 11S en Afganistán, Irak, Pakistán, Siria, Yemen, Libia y Somalia. Se distingue entre víctimas directa e indirectas, a causa del colapso económico, inseguridad alimentaria, contaminación o violencia, pero se subraya que, actualmente, en torno a 7,6 millones de niños y niñas padecen desnutrición aguda en dichos países.

Los atentados de Al Qaeda contra las Torres Gemelas de Nueva York y el Pentágono el 11 de septiembre de 2001, provocaron 2.977 fallecidos. Y tras el shock que causaron, Estados Unidos y las fuerzas de la coalición que lideraba invadieron Afganistán y derrocaron al gobierno talibán ese mismo año como represalia. Lo hicieron dentro del marco de una «guerra contra el terrorismo» que posteriormente justificó también nuevas acciones militares en países de la región de Oriente Próximo, siendo Irak en 2003 el más destacado, pero que también incluyeron a Pakistán, Somalia y Yemen. De forma indirecta, todo esto también contribuyó a las guerras en Libia y Siria.

Más de veinte años después, el proyecto Cost of Wars de la Universidad de Brown ha ampliado sus estimaciones sobre las consecuencias de estas guerras y cifra en al menos 4,5 millones las personas que han perdido la vida directa o indirectamente por ellas. En concreto dan una estimación de entre 906.000 y 947.000 personas fallecidas como consecuencia directa de estas guerras post-11S y entre 3,6 y 3,7 millones de muertes más por causas y factores indirectos como el colapso económico, la inseguridad alimentaria, la destrucción de servicios de salud pública, contaminación ambiental, traumas o violencia recurrente.

El proyecto de investigación no atribuye la culpa por estos fallecimientos a un país concreto porque estas guerras en Oriente Medio y África han implicado a múltiples partes en conflicto, naciones rivales y una geopolítica complicada. Pero defienden que «al exponer cómo las guerras posteriores al 11-S han provocado enfermedades y muertes indirectas, el objetivo del informe es crear una mayor conciencia de los costes humanos más completos de estas guerras y apoyar los llamamientos para que Estados Unidos y otros gobiernos alivien las pérdidas y el sufrimiento continuos de millones de personas en las zonas de guerra actuales y anteriores».

En este sentido, Cost of wars señala que «las muertes indirectas son devastadoras, sobre todo porque muchas de ellas podrían evitarse si no fuera por la guerra», pero son difíciles calcular las muertes indirectas porque no se producen inmediatamente durante un conflicto o después de las batallas.

Y se subraya otro aspecto clave: las guerras suelen matar a muchas más personas de forma indirecta que en combates directos, particularmente a los menores de edad. Y en este sentido, el informe advierte de que hay en la actualidad 7,6 millones de niños y niñas padecen desnutrición aguda en los países que han sufrido estas guerras post-11S.

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