Quizá porque representa solo los vicios negativos de la industria española: estuvo carente de los controles técnicos que dicta el sentido común, provocó enfrentamiento entre administraciones, riesgos imprevistos, desidia política y finalmente el asunto deberán pagarlo los ciudadanos a escote. Sea por lo que fuere, el proyecto Castor ha provocado también un pequeño terremoto mediático internacional:

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