La historia silenciada de los obreros que pararon trenes en Mallorca para frenar a Franco
Entre el 19 y el 20 de julio de 1936, los trabajadores de la Compañía de Ferrocarriles de Mallorca llevaron a cabo una huelga y acción breve que paralizó los trenes en la isla y frenó al bando franquista que necesita transportar tropas y prisioneros y asegurar los suministros. Pero una vez que cayó definitivamente la isla y quedó bajo dominio de los nacionales, la mayoría de los huelguistas fueron depurados, encarcelados o asesinados y su resistencia olvidada. Casi 90 años después, un estudio de Maria Antonia Fernández Piza del que se hace eco ElDiario.es recupera su historia de defensa pasiva.
Ferroviarios contra Franco: la historia silenciada de los obreros que pararon los trenes para frenar el fascismo en Mallorcahttps://t.co/RlktW0qZRW
— elDiario.es (@eldiarioes) September 22, 2025
En el verano de 1936, cuando el golpe militar contra la Segunda República se extendió por España y Mallorca quedó bajo control sublevado, un colectivo de trabajadores decidió plantar cara a los insurgentes protagonizando una de las resistencias más decididas contra el avance del fascismo en la isla. Fueron los empleados del ferrocarril quienes, en un contexto de represión fulminante, se organizaron en una huelga que para muchos supondría el asesinato y la represalia: el aparato franquista emprendió una depuración sistemática fruto de la cual una cuarta parte de la plantilla -casi 200 de sus 800 trabajadores- quedó aniquilada o marcada por la violencia en los primeros meses de la contienda.
Lo documenta la historiadora y archivera Maria Antònia Fernández Pizà en su estudio La Companyia dels Ferrocarrils de Mallorca durant la Guerra Civil: la seva contribució a la defensa passiva de l’illa, en el que explica el destacado peso que tuvieron los ferroviarios tanto en el movimiento obrero como en la defensa de Mallorca recién estallado el conflicto bélico.
Entre el 19 y el 20 de julio de 1936, los trenes de la isla quedaron paralizados en una acción breve pero suficiente para poner en aprietos al bando franquista, que necesitaba controlar la red ferroviaria de la isla para transportar tropas y prisioneros y asegurar los suministros. Fue, como remarca la investigadora, “el peor quebradero de cabeza” de los militares franquistas en los primeros momentos de la guerra.
Sin embargo, la derrota del movimiento obrero en la isla tuvo consecuencias devastadoras y los ferroviarios pagaron un precio especialmente alto. De acuerdo a las pesquisas efectuadas por la historiadora, 78 personas (el 10% del personal) fueron asesinadas o despedidas y otras 102 (el 13%) fueron señaladas, investigadas y apartadas. La Compañía de los Ferrocarriles de Mallorca se convirtió en un espacio de control férreo, donde cualquier sospecha de simpatía republicana o de militancia sindical era suficiente para perder el empleo o la vida. A nivel estatal, la represión franquista se cebó con cerca de 83.000 profesionales, sometidos todos ellos a sanciones, cárcel, exilio, internamiento en campos nazis y penas de muerte.

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