Luis Antonio Díaz Barroso es uno de los numerosos pescadores artesanales afectados por el derrame de crudo de Repsol en Perú de enero de 2022. Ahora preside una asociación de Aucayama y explica en el programa La Cafetera de Radiocable,com que más de un año después «aún hay hidrocarburos a simple vista, porque se vertieron 9.000 barriles de petróleo que afectaron a la flora y fauna del ecosistema marino. Ha sido muy grave y desastroso. Y en cuanto a las especies de pescado de interés comercial también ha sido devastador».

Explica las consecuencias del desastre: «En el ámbito social, los pescadores artesanales hemos sido la primera línea impactada, pero también ha afectado al sector gastronómico, el turístico, de transportes…» Y califica el derrame de «ecocidio» denunciando: «nos ha dejado sin trabajo y ha vulnerado derechos fundamentales, como el derecho al trabajo, a la salud, a la educación y a tener una vida digna. Y lo digo porque la empresa ha avasallado con su poder económico. Y ha habido muchas irregularidades, mucha represión en el sentido de dar mala información para limpiar su imagen y no las costas que ha tenido para Perú.»


[Entrevista completa a partir del minuto 33:30]

Diaz Barroso recuerda que todos sus recursos dependían de la pesca y por eso al no poder trabajar ven vulnerados sus derechos y añade que su cultura también ha sido golpeada: «La limpieza de la zona va a ser a largo plazo. Según la ONU, la rehabilitación llevará aproximadamente diez años. ¿Dónde van a quedar las nuevas generaciones en estos diez años? Yo soy tercera generación en mi familia, pero ¿cómo se va a desarrollar la cuarta? La cultura debe prevelecer. Yo aprendí de mi padre, de mi abuelo, pero no puedo enseñar porque he dejado de pescar».

Sobre la reacción de Repsol, el pescador apunta: «Primero dijeron que no eran responsables, pero luego empezaron a invertir en empresas de limpieza, aunque eran muy precarias y no las mejores del mundo como decían. Porque iban con palas o escobillas. Lo más tecnológico que vimos por allí fueron unos skimers. Pero para 100 km de costa, eso no basta. Se declaró un desastre ambiental, pero se ha hecho muy poco. Por esos los hidrocarburos siguen ahí en los sedimentos. Y cada vez que hay oleajes anómalos, eso se levanta.» Y añade que dado que el derrame coincidió con el inicio del año escolar, la petrolera española entregó cuadernos y mochilas con su marca: «Ha sido duro e indignante recibir ese tipo de ayuda. Esto no es un favor, es un derecho. Y tenemos el derecho de exigir, porque nos han dañado el mar y nos han roto la vida y la cultura».

También revela que a pesar de que el gobierno peruano acordó con Repsol unas compensaciones de 700 euros, éstas han llegado con retrasos. Y señala:  «ahora nos ofrecen una transacción extrajudicial, pero está escrita en lenguaje jurídico y muchos pescadores no la comprenden. Han firmado por necesidad. Pero esa transacción dice que hay evidencia de que el mar ya está remediado y que la empresa va a entrar en una negociación que consiste en dar un monto de dinero, a cambio de ceder nuestros derechos.» Y sintetiza las peticiones y necesidades de los pescadores: «que las garantías mínimas de nuestros derechos prevalezcan y se respeten y que haya una remediación integral por los daños que se van a ocasionar».

Y ante los argumentos de Repsol de que no pueden acceder a una de las zonas afectadas en Aucayama por lo peligroso del terreno, el pescador apunta: «Yo bajaba allí todos los días sin ninguna tecnología. Y ellos que presumen de tener la mejor tecnología, ¿porque no invierten en una plataforma para reparar los daños? ¿Y si son tan ecologistas porque no limpian el daño que han hecho?»

Fuente: Presidencia de Perú

Fuente: Presidencia de Perú

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