Organizaciones de la sociedad civil se muestran consternadas por la decisión de Estados Unidos de exportar este tipo de armas a Ucrania y denuncian que no existe un uso responsable de las municiones de racimo. Rusia las ha utilizado en Ucrania en repetidas ocasiones. Además, se ha descubierto que las fuerzas gubernamentales de Siria y Myanmar también lo han hecho. Se denuncia que 1,172 personas murieron o resultaron heridas en 2022 por el uso de este armamento, la cifra más alta desde que se empezó a informar regularmente en 2010, y se pide su prohibición total.

El número de civiles muertos por municiones en racimo ha aumentado de forma drástica, según los nuevos datos del grupo de la sociedad civil Cluster Munition Monitor (CMC), asociado con la ONU. El informe anual de esta organización- indica que 1.172 personas murieron o resultaron heridas en 2022, la cifra más alta desde que se empezó a informar regularmente en 2010.

En declaraciones a los periodistas en Ginebra, la directora de defensa de la División de Armas de Human Rights Watch, Mary Wareham, subrayó que el 95% de las víctimas registradas eran civiles. «Es inconcebible que los civiles sigan muriendo y sigan resultando heridos por las municiones en racimo 15 años después de que se prohibieran estas armas», afirmó.

Las bombas de racimo son armas diseñadas para ser esparcidas en grandes áreas, que contienen varios cientos de «minibombas» llamadas submuniciones. Al no distinguir entre civiles, bienes civiles y objetivos militares, las bombas de racimo violan las normas del Derecho Internacional Humanitario.

La Convención sobre Municiones en Racimo

El tratado internacional que prohíbe las municiones en racimo se acordó por primera vez en mayo de 2008 y entró en vigor el 1 de agosto de 2010. La Convención sobre Municiones de Racimo prohíbe todo uso, almacenamiento, producción y transferencia de municiones en racimo, principalmente por el daño indiscriminado que causan a la población civil.

El apoyo mundial a la Convención está en «un buen momento», señaló la directora de defensa, Mary Wareham, ya que 112 países están ahora sujetos a sus disposiciones y otros 12 son signatarios. Otros avances positivos incluyen la adhesión de Sudán del Sur a la Convención el 3 de agosto, mientras que Nigeria la ratificó el 28 de febrero, señalaron los autores del informe.

Desde la adopción de la Convención en 2008, no ha habido informes confirmados ni denuncias de nuevos usos, producción o transferencias de municiones en racimo por parte de ninguno de los Estados que hacen parte del tratado internacional.

Wareham subrayó que el mayor obstáculo para la erradicación «son los gobiernos que no están dispuestos a adherirse a esta Convención y que socavan sus principios mediante el uso y la transferencia de estas armas». También destacó los esfuerzos de la sociedad civil para impedir la transferencia de reservas de municiones en racimo de Estados Unidos a Ucrania.

«Nos consternó esa decisión, la combatimos entre bastidores durante el año que precedió a esta decisión», declaró Wareham. «Las municiones en racimo ya se han transferido… No puede haber un uso responsable de las municiones en racimo».

Datos y cifras

Según el informe conjunto de las Naciones Unidas, 987 personas murieron o resultaron heridas directamente en ataques con municiones en racimo en 2022. Esta cifra contrasta con la del año anterior, en el que no se atribuyó ninguna víctima a ataques con municiones en racimo en ningún lugar del mundo.

La gran mayoría de estas víctimas se produjeron en Ucrania, donde al menos 890 personas, principalmente civiles, murieron o resultaron heridos en ataques. El informe destaca que Rusia ha utilizado municiones en racimo en Ucrania en repetidas ocasiones desde la invasión de febrero de 2022 y que la propia Ucrania también ha empleado estas armas, aunque en menor medida.

Además, se descubrió que las fuerzas gubernamentales de Siria y Myanmar habían utilizado municiones en racimo en 2022. Este es el primer año en que se ha informado del uso de estas mortíferas armas en Myanmar. Ninguno de estos países ha firmado o ratificado el tratado de 2008 que prohíbe las municiones en racimo.

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