Las nuevas tecnologías de vehículos no tripulados, sensores, sistemas de comunicación e IA están ampliando a pasos agigantados el conocimiento y conservación de los fondos marinos, algo fundamental para proteger los océanos y mantener su papel en el sustento de la vida o la lucha contra el cambio climático.  En la actualidad, según detallan en Sinc, proyectos que combinan diferentes tecnologías, como la inteligencia artificial y los vehículos no tripulados, permiten en tiempo real y casi de forma automática identificar especies, alertar de lo que pasa a grandes profundidades o capturar y analizar la basura que vertemos al mar.


Los océanos tienen un papel clave en el sustento de la vida: están inevitablemente ligados a la biodiversidad, al clima, el bienestar humano y la salud. En el contexto actual de crisis climática, tienen la capacidad de absorber hasta el 31 % de las emisiones de CO2 antropogénicas y producen más del 50 % del oxígeno que respiramos. Son el verdadero “pulmón” del mundo.

Desde su superficie, naturalistas como Charles Darwin exploraron la vida en la Tierra y con la llegada de los primeros submarinos, los científicos pudieron ver por primera vez el fondo oceánico de cerca. En la actualidad, proyectos que combinan diferentes tecnologías, como la inteligencia artificial y los vehículos no tripulados, permiten en tiempo real y casi de forma automática identificar especies, alertar de lo que pasa a grandes profundidades o capturar y analizar la basura que vertemos al mar.

“Las observaciones biológicas deben mejorar radicalmente para contribuir a nuestra comprensión de los ecosistemas marinos y una biodiversidad bajo múltiples factores de estrés y cambios globales a largo plazo”, dice a SINC Jaume Piera, del Instituto de Ciencias del Mar (ICM-CSIC).

Piera forma parte del proyecto ANERIS, una iniciativa europea que quiere poner en marcha una red de Biología Marina Operacional, «mediciones rutinarias sistemáticas y a largo plazo de la vida oceánica y costera, y su rápida interpretación y difusión». Rastrean desde bacterias a grandes cetáceos.

Para ello cuentan con diferentes tecnologías, como los sumergibles CytoSubs, que recogen imágenes que analizan microorganismos y partículas en el agua, como el fitoplancton; o la aplicación MINKA, en la que cualquier ciudadano puede aportar sus imágenes. “De momento se ha hecho una prueba piloto en la costa catalana en la que ya se han reportado más de 174.000 observaciones de más de 2800 especies diferentes”, explica el científico del ICM-CSIC.

Este trabajo es especialmente relevante para detectar especies difíciles de observar o para la aparición de invasoras en sus primeros estados de asentamiento. “Su detección temprana nos permite generar alarmas para activar planes de erradicación”, apunta el experto. La idea es que ANERIS recoja macrodatos para la toma de decisiones en políticas oceánicas, en particular dentro de la Directiva marco sobre estrategia marina.

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