La prestigiosa revista de EEUU publica un amplio reportaje de Bob Colacello sobre la Monarquía española bajo el título: «Rey y controversia». Repasan los traspies y problemas que ha sufrido la Casa Real española en los últimos años y la posible abdicación de Don Juan Carlos. Y entrevistan a Corinna Zu Sayn Wittgenstein. La aristócrata alemana se defiende de las acusaciones de que hizo negocio en el nombre del Rey asegurando: «en los últimos 30 0 40 años, para grandes acuerdos de empresas españolas en el Medio Oriente, Europa del Este o América Latina, la persona a la que los políticos y los empresarios recurren es al rey».

El artículo de Vanity Fair

Vanity Fair asegura: «Cuando le pregunté a Sayn-Wittgenstein sobre el alcance de su participación en los asuntos oficiales del rey, ella respondió con firmeza: `Nunca he hecho negocios para el rey, o recogido dinero en su nombre… Los negocios en España se han llevado a cabo durante los últimos 30 o 40 años de una manera particular… Siempre que hay grandes acuerdos para empresas españolas en el Medio Oriente, Europa del Este o América Latina, la persona a la que los políticos y los empresarios recurren es al rey, y él es el que hace las llamadas.»

Y se añade en referencia a los emolumentos de la aristócrata alemana: «Ella aseguró que no había tenido `absolutamente nada que ver´ con el acuerdo del tren alta velocidad en Arabia Saudí, que Shahpari Khashoggi, la tercera ex-mujer del traficante de armas Adnan Khashoggi, `fue la agente del bando español en eso.´ También me dijo: `Sí, estuve involucrada en el fondo hispano-saudí sobre infraestructuras , y me pagaron, porque trabajé durante dos años asesorando al  administrador del fondo.»

El texto explica que el fondo hispano-saudí sobre infraestructuras fue presentado en el palacio de El Pardo en 2007 por el rey Juan Carlos y el rey Abdullah de Arabia Saudita . Y cita a Pedro J. Ramirez explicando: `Las empresas españolas se comprometieron a poner 200 millones de dólares, pero el fondo se fue al traste cuando los saudíes no trajeron sus 800 millones de dólares. El único dinero gastado fueron los 15 millones que se pagó a los gestores del fondo, Cheyne Capital, que eran amigos de Corinna, y ella recibió cerca de 5 millones de dólares.»

[Leer el artículo completo en Vanity Fair]

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