E. Robinson

Premio Pulitzer 2009, Catedrático Neiman de Periodismo en Harvard y Editor de la sección Exterior del Washington Post.

 

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Eugene Robinson- Washington . Solía temerme que el Presidente Obama estuviera sobreestimando el poder de su historia personal como instrumento de la política exterior. Ahora me pregunto si no será él quien la pueda haber subestimado.

En diversas entrevistas realizadas durante la larga campaña presidencial, Obama mencionó el impacto potencial sobre los demás países de ver a un presidente estadounidense de una imagen y una trayectoria vital completamente distinta a la de sus precursores. Habló de cómo el mundo musulmán en especial, increpado por un presidente de padre musulmán que pasó los años de su infancia en un país musulmán, se inclinaría más por creer que Estados Unidos no es un enemigo del islam.

Pero las naciones tienden a actuar según intereses nacionales, no personalidades. Pensé que a final de cuentas, si Obama llegaba a presidente — lo que parecía una apuesta muy arriesgada cuando escuché a Obama mencionar este asunto por primera vez en una entrevista en marzo de 2007 — sería visto como amigo o enemigo dependiendo de cómo desarrollara la política exterior estadounidense.

Ahora, tras el viaje de Obama a Oriente Medio, creo que los dos teníamos razón.

Examinar con la cabeza fría los asuntos internacionales nunca está de más. Pero también es erróneo ignorar el espectáculo de un miembro de la audiencia, durante el discurso de Obama en la Universidad de El Cairo, interrumpiendo al presidente estadounidense para gritar, «¡Te queremos!? Recordará que la última comparecencia presidencial memorable en el mundo árabe fue la conferencia de prensa en Irak de George W. Bush en la que le lanzaron zapatos a la cabeza.

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No ser Bush era un factor importante. Pero igual de importante por lo menos era ser Obama — y poder decir, como dice el presidente en El Cairo, que ??he conocido el islam en tres continentes antes de venir a la región en la que fue revelado por primera vez.?

Obama se refería a «las generaciones de musulmanes» de su familia paterna keniata, sus primeros años en Indonesia y su experiencia trabajando en las comunidades de Chicago en las que «muchos encontraban dignidad y paz en su fe musulmana.? La palabra más importante de esa oración, sin embargo, llegaba al final: al decir «revelado» en lugar de «nació,» Obama reconocía el islam como religión divina.

Obama citó el Corán de manera liberal, despertando aplausos. Quizá más importante fue que abrió el discurso al poner el islam en el contexto histórico que muchos musulmanes piensan que Occidente ignora a propósito. Habló de la forma en la que el mundo islámico guardó la luz de la civilización durante la Edad Media de Europa — y mencionó el ejemplar del Corán que Thomas Jefferson conservaba en su biblioteca.

Obama habló el lenguaje del islam en un tono de respeto. Qué concepto.

El resto de su discurso consistió esencialmente de un resumen de las políticas estadounidenses en el mundo musulmán, y siendo sinceros no hubo ninguna salida real de la política estadounidense tradicional. Administraciones anteriores han pedido un estado palestino, y Obama no ha sido tan duro con Israel como lo fue, digamos, el Departamento de Estado de James Baker durante la administración George Bush padre. Obama no tuvo nada sustancial que anunciar de las guerras de Irak y Afganistán, y afirmó adecuadamente el derecho de Estados Unidos a defenderse de los terroristas.

Las políticas familiares sonaron diferentes viniendo de Obama, no obstante — no sólo a causa de su identidad sino también porque manifestó algo de humildad. Reconoció que en los últimos años nuestra nación había actuado de formas «contrarias a nuestros ideales,» y observó que había ordenado poner fin a la tortura y el cierre de la cárcel de Guantánamo. Hay quien cree que admitir errores es una muestra de debilidad. Creo que es una muestra de confianza y fortaleza, y estoy seguro de que así es como fue entendido por la audiencia destinataria de Obama.

La mejor indicación de cómo jugó Obama en El Cairo quizá sea la reacción de sus competidores por los corazones y las mentes del mundo musulmán. Associated Press informaba el domingo de que el grupo guerrillero de respaldo iraní radicado en el Líbano Hizbulah, un influyente clérigo radical saudí y la Hermandad Musulmana radicada en Egipto, todos advertían a sus seguidores de no fiarse de las seductoras palabras de Obama — lo que sugiere temor a que Obama haya sido peligrosamente eficaz. Una página web que con frecuencia refleja el pensamiento de al-Qaeda se refería al presidente tras el discurso como «un enemigo sabio.?

El hecho de que muchos musulmanes vean ahora una figura comprensiva en la Casa Blanca engendra nuevas posibilidades. Resulta que ser Obama pesa más de lo que yo pensaba.

Eugene Robinson

Premio Pulitzer 2009 al comentario político.

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