La Residencia de Estudiantes de Madrid, en su programa «Poeta en Residencia» que estrenó en 1996 con  el Premio Cervantes  2003 Gonzalo Rojas, invita cada año a un poeta iberoamericano a fin de propiciar el  desarrollo de  sus actividades creativas y docentes. En ésta ocasión le ha tocado el turno al escritor venezolano Eugenio Montejo, Premio Nacional de Literatura de Venezuela 1998, y Octavio Paz de Poesía y  Ensayo 2004. Durante su estancia aquí,  una de las acciones que está llevando a cabo y  organizada por La Residencia  es  «El Taller  Blanco». En el transcurso del mismo y  durante dos días, un reducido grupo muy preparado  elegido por su relación con la poesía, intercambia conocimientos y sentimientos poéticos con el autor que nos visita.
En la primera jornada, correspondiente al día de hoy, cada uno de los participantes ha escogido y comentado algunas poesías de sus autores favoritos. Tan interesante y bella  me ha parecido la selección de los poemas que voy a limitarme a reseñarlos, para permitir a los lectores el disfrute del placer de buscarlos, encontrarlos y saborearlos:

«Nadie fue ayer». León Felipe.
«El traje que vestí mañana no lo ha lavado mi lavandera». César Vallejo
«Dejo de escribir el poema». Tess Gallagher.
«Mi hijo». Mark Strand.
«Niños de Dickens». Roberto Bolaño.
«Crótalo». Federico García Lorca.
«Yo canto». Alejandra Pizarnik.
«La tarde pestañea». Javier Sologuren.
«Papá que estás arriba. Traducción de Carlos Pujol del «Papa above!»de  Emily Dickinson.

Hasta aquí los deberes de hoy, que son solo una parte del contenido de ésta primera jornada del taller, para evitar la saturación de quienes leen éste blog. El siguiente post incluirá el resto de los poemas porque no quiero que caigan en saco roto.

Las intervenciones  del conductor del taller Eugenio Montejo han supuesto una deslumbrante  exhibición de su conocimiento de autores y obras: «Retrato de Mujer». Arévalo Martínez; Andrade Bandeira; El Conde Lucanor. Don Juan Manuel; comentarios de Brodsky sobre Ajmátova; las conversaciones de Lidia Tchukovskaia con Ajmátova; Manuel Machado; Jose Emilio Pacheco; Olga Orozco; los diarios de Pizarnik; diarios de Kafka; «El Tajo». Pessoa; y  como despedida una alusión a  Testamento » Les dejo el tiempo, todo el tiempo «. Eliseo Diego. Un lujo para los asistentes

Concluyo ésta crónica con un poema de Eugenio Montejo,  quien en estos días, duerme entre las paredes de La Residencia  por la que todavía se pasean con absoluta tranquilidad los sueños lorquianos. 

LA POESÍA

La poesía cruza la tierra sola,
apoya su voz en el dolor del mundo
y nada pide
ni siquiera palabras.

Llega de lejos y sin hora, nunca avisa;
tiene la llave de la puerta.
Al entrar siempre se detiene a mirarnos.
Después abre su mano y nos entrega
una flor o un guijarro, algo secreto,
pero tan intenso que el corazón palpita
demasiado veloz. Y despertamos.

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