En 2050 se habrán producido en el mundo 3,2 millones de nuevos casos de cáncer de mama y 1,1 millones de muertes relacionadas con esta enfermedad, según la previsiones de la OMS. Esto supone un aumento del 38% en 25 años. Pero además se señalan las diferencias regionales en cuanto a mortalidad: en los países de renta alta, el 83% de las mujeres diagnosticadas con cáncer de mama sobreviven mientras que, en los países de renta baja, más del 50% mueren.

Según un nuevo informe del Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (IARC), por sus siglas en inglés), una rama especializada de la Organización Mundial de la Salud (OMS), se prevé que los casos de cáncer de mama aumenten un 38% en todo el mundo de aquí a 2050, y que las muertes anuales por esta enfermedad crezcan un 68%.

Los resultados han sido publicados en Nature Medicine y advierten que, si se mantienen las tendencias actuales, a mediados de siglo se habrán producido en el mundo 3,2 millones de nuevos casos de cáncer de mama y 1,1 millones de muertes relacionadas con esta enfermedad.

El cáncer de mama sigue siendo el cáncer más frecuente entre las mujeres de todo el mundo y el segundo cáncer más frecuente en general. “Cada minuto se diagnostica cáncer de mama a cuatro mujeres en todo el mundo y una muere a causa de esta enfermedad, y estas estadísticas están empeorando”, afirmó la doctora Joanne Kim, científica del IARC y coautora del informe.

El informe señala además que la carga impactará de forma desproporcionada en los países de renta baja y media, donde el acceso a la detección precoz, el tratamiento y la atención sigue siendo limitado.

Vivir o morir depende de dónde se viva

La relación entre la supervivencia del cáncer de mama y el desarrollo económico es evidente. En los países de renta alta, el 83% de las mujeres diagnosticadas con cáncer de mama sobreviven mientras que, en los países de renta baja, más del 50% mueren.

Se calcula que sólo en 2022 se diagnosticaron 2,3 millones de casos nuevos y se registraron 670.000 muertes. Sin embargo, el informe pone de relieve importantes disparidades entre regiones. Las tasas de incidencia más elevadas se registraron en Australia, Nueva Zelanda, Norteamérica y Europa septentrional, mientras que las más bajas se dieron en Asia central y central, y partes de África.

Por su parte, las tasas de mortalidad más elevadas se registraron en Melanesia, Polinesia y África Occidental, donde el acceso limitado a la atención sanitaria contribuye a empeorar los resultados.

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