El alunizaje de una nave japonesa en la superficie lunar el pasado 20 de enero es un hito político y técnico, ya que convierte al país nipón en el quinto que lo logra, tras EEUU, Rusia, China e India y evidencia el creciente interés global por el satélite. En The Conversation ponen además el foco en cómo la tecnología desarrollada por Japón para llegar a la Luna es innovadora y puede permitir alunizajes de precisión en el futuro. Especialmente en un momento en el que la Luna puede convertirse en el próximo escenario de la competición geopolítica y científica mundial.



Datos de la misión SLIM proyectados en el Campus Sagamihara de JAXA durante el aterrizaje de la nave.
AP Photo/Eugene Hoshiko

Mariel Borowitz, Georgia Institute of Technology

Japón aterrizó su nave Smart Lander for Investigating the Moon, o SLIM, en la superficie de la Luna el 20 de enero de 2024. A pesar de un problema eléctrico con el módulo de aterrizaje, el acontecimiento tiene importancia tanto política como técnica. Se trata del primer alunizaje de Japón, lo que le convierte en el quinto país del mundo que logra posarse en la Luna. Es un logro significativo que consolida su posición como líder en tecnología espacial.

Aunque la nave aterrizó con éxito en la superficie lunar y desplegó sus rovers, las células solares del SLIM no funcionaban correctamente, lo que significa que la nave probablemente sólo podría estar operativa durante unas horas.

Soy un especialista en asuntos internacionales que estudia el espacio. Al igual que la NASA y otras agencias espaciales, la Agencia Japonesa de Exploración Aeroespacial, o JAXA, quiere hacer avanzar la investigación y la tecnología usando nuevas técnicas y recopilando datos científicos. El aterrizaje también forma parte de algo más grande: un creciente interés mundial por la actividad lunar.

Tecnología de precisión

El logro japonés no es sólo simbólico: Japón está poniendo en práctica una serie de nuevas tecnologías con el módulo de aterrizaje. De hecho, el nombre de la nave hace referencia a la nueva tecnología de aterrizaje de precisión de la nave espacial.

Esta tecnología podría servir para futuros alunizajes, ya que permite a las naves espaciales aterrizar en zonas relativamente pequeñas en medio de terrenos rocosos o irregulares, en lugar de tener que encontrar grandes claros.

Esta capacidad será especialmente importante en el futuro, cuando los países se centren en áreas de interés muy específicas en el polo sur lunar.

El módulo de aterrizaje también transportaba dos pequeños vehículos exploradores, cada uno de los cuales dotado con una nueva tecnología para desplazarse por la Luna.

El Vehículo de Excursión Lunar 1 incluye una cámara, así como equipo científico, y utiliza un mecanismo de salto para maniobrar en la Luna.

Ilustración artística del módulo de aterrizaje SLIM de Japón, que parece una caja metálica con conos y luces en un extremo, intentando su aterrizaje lunar

Una ilustración del módulo de aterrizaje SLIM tocando tierra.
JAXA/ISAS

El Vehículo de Excursión Lunar 2, desarrollado en colaboración entre el gobierno, la industria y el mundo académico, es una esfera tan pequeña que cabe en la palma de la mano. Una vez en la superficie, sus dos mitades se separan ligeramente, lo que le permite rodar.

SLIM está diseñado para aterrizar en una zona de 100 metros (328 pies), mientras que los anteriores módulos de aterrizaje lunar se posaban en áreas que abarcaban varios kilómetros. Utiliza un sistema de navegación basado en la visión que toma imágenes de la superficie lunar. Su sistema comparó rápidamente estas imágenes con patrones de cráteres en mapas lunares desarrollados por JAXA con datos de misiones anteriores.

A medida que los países identifiquen las zonas con más probabilidades de albergar recursos útiles, como agua en forma de hielo, la tecnología de aterrizaje de precisión permitirá a las agencias evitar los peligros cercanos y llegar a estas zonas sin incidentes.

Las relaciones internacionales en la Tierra

Hay un elemento geopolítico en estas actividades. China, India y Japón, los tres países que han logrado aterrizar en la Luna desde el año 2000, compiten a escala regional en diversos ámbitos, incluido el espacial. Además de las consideraciones regionales, estos logros ayudan a establecer a las naciones como líderes a escala mundial, capaces de algo que pocos países han hecho nunca.

El lanzamiento japonés se produce sólo seis meses después del alunizaje de la India y apenas unas semanas después de un intento fallido de una empresa estadounidense, Astrobotic.

Tanto Rusia como la empresa privada iSpace fracasaron en sus intentos de alunizaje en 2023. El éxito de Japón –incluso con problemas con los paneles solares que acortaron los plazos de la misión– demuestra que la JAXA es un actor importante en esta empresa mundial.

Estados Unidos sigue siendo un claro líder en la exploración espacial y lunar. La NASA tiene múltiples naves espaciales orbitando la Luna en estos momentos, y ya ha lanzado con éxito el cohete SLS, capaz de llevar seres humanos de vuelta a la Luna.

La agencia espacial estadounidense está desarrollando sistemas muy grandes y complejos, como la estación espacial Gateway, prevista para orbitar cerca de la Luna, y la infraestructura para las misiones humanas Artemis a la Luna. No es raro que estos colosales proyectos sufran retrasos.

Últimamente, la NASA también ha confiado muchos proyectos de menor envergadura a entidades comerciales, como el programa Commercial Lunar Payload Services, que respaldó el intento de la compañía Astrobotic. Se trata de un nuevo enfoque que entraña cierto riesgo, pero que brinda la oportunidad de innovar comercialmente y hacer crecer la economía lunar, al tiempo que permite a la NASA centrarse en los aspectos grandes y complejos de la misión.

En cuanto a la Luna, JAXA se ha asociado con Estados Unidos y se ha hecho cargo de un componente muy importante de las misiones Artemis: el desarrollo de un vehículo lunar presurizado. Se trata de una tecnología nueva y sofisticada que será fundamental para las misiones humanas en la Luna en los próximos años.The Conversation

Mariel Borowitz, Associate Professor of International Affairs, Georgia Institute of Technology

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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