El continente africano está sufriendo de forma desproporcionada los efectos del calentamiento global, a pesar de haber hecho poco para provocarlo. Los daños sufridos deberían ser motivo de máxima preocupación para todas las naciones, advierten en un artículo conjunto, del que se hace eco la Agencia Sinc, los editores de las publicaciones médicas.

Más de 250 revistas de salud de todo el mundo se han unido para publicar simultáneamente un editorial en el que se insta a los líderes mundiales a hacer justicia climática para África antes de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP27), que se celebrará en El Cairo (Egipto) en noviembre.

El editorial, del que son autores 16 editores de las principales revistas biomédicas de África, entre ellas African Health Sciences, African Journal of Primary Health Care & Family Medicine y East African Medical Journal, se publica al mismo tiempo en 50 revistas africanas. Tambien, en otras importantes revistas médicas internacionales como The BMJ, The Lancet, New England Journal of Medicine, National Medical Journal of India y Medical Journal of Australia.

Nunca se habían reunido tantas revistas para hacer el mismo llamamiento, lo que refleja la gravedad de la emergencia del cambio climático a la que se enfrenta el mundo, señalan los editores.

Los autores afirman que África ha sufrido de forma desproporcionada, aunque ha hecho poco para provocar la crisis, e instan a las naciones ricas a aumentar el apoyo a África y a los países vulnerables para hacer frente a los impactos pasados, presentes y futuros del cambio climático. La crisis climática ha repercutido en los determinantes ambientales y sociales de la salud en toda África, lo que ha provocado efectos sanitarios devastadores, explican los autores.

Inundaciones, migraciones forzadas y malnutrición

En África Occidental y Central, por ejemplo, las graves inundaciones provocaron mortalidad y migraciones forzadas por la pérdida de refugios, tierras de cultivo y ganado, mientras que el clima extremo daña el agua y el suministro de alimentos, aumentando la inseguridad alimentaria y la malnutrición, que causa 1,7 millones de muertes anuales en África.

Los cambios en la ecología de los vectores provocados por las inundaciones y los daños en la higiene ambiental también han provocado un aumento de la malaria, el dengue, el virus del Ébola y otras enfermedades infecciosas en toda el África subsahariana. En total, se calcula que la crisis climática ha destruido una quinta parte del producto interior bruto (PIB) de los países más vulnerables a las perturbaciones climáticas.

Los daños sufridos por África deberían ser motivo de gran preocupación para todas las naciones, escriben, porque en un mundo interconectado, dejar a los países a merced de las perturbaciones medioambientales crea una inestabilidad que tiene graves consecuencias para todas las naciones.

Afirman que alcanzar el objetivo de 100.000 millones de dólares anuales de financiación para el clima es ahora «globalmente crítico si queremos prevenir los riesgos sistémicos de dejar a las sociedades en crisis», y afirman que ahora deben introducirse también recursos adicionales para pérdidas y daños.

Reconocen que ya se han hecho algunos progresos, como los sistemas de alerta temprana y las infraestructuras de defensa contra los fenómenos extremos, pero señalan que los países de primera línea no reciben compensación por los impactos de una crisis que no han provocado.

Esto no sólo es injusto, sino que también impulsa la espiral de desestabilización mundial, ya que las naciones invierten dinero en responder a los desastres, pero ya no pueden permitirse pagar por una mayor resiliencia o reducir el problema de fondo mediante la reducción de emisiones, advierten.

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