El diario estadounidense analiza en un reportaje que firman su corresponsal en España Raphael Minder y Doreen Carvajal el caso de los estudios de cine de la Ciudad de la Luz de Alicante como arquetipo de mega-proyecto público español fracasado. Y destacan que la combinación de intereses de banqueros, constructores y políticos ha sido responsable de excesos y está ahora bajo escrutinio.

Los estudios de la Ciudad de la Luz

El New York Times dice: «En tiempos más embriagadores, la Ciudad de la Luz se concibió como un megaestudio de cine `donde los cuentos de hadas se convierten en realidad´. Con unas máquinas generadoras de olas capaces de simular los devastadores efectos de un tsunami en un tanque frente al Mediterráneo. Como un Hollywood en la Riviera española. Pero hoy los cañones de agua de la Ciudad de la Luz, están secos, y el estudio de 54 hectáreas está casi desierto. El complejo financiado con fondos públicos está a la venta, y lucha por atraer a productoras cinematográficas».

Explican que la Comisión Europea ha sido «particularmente crítica con este grandioso estudio que fue acusado por empresas privadas de distorsionar los precios del mercado con su elevada financiación pública. Las autoridades de la UE han dado un ultimátum al gobierno regional de Valencia para explicar como pretende recuperar los 325 millones de dólares de dinero de los contribuyentes indebidamente gastados en satisfacer las ambiciones de un magnate del cine. La respuesta puede ser breve: No hay dinero».

El diario explica que nació tras la idea de Luis García Berlanga de montar una escuela de cine en Alicante: «pero el concepto evolucionó hacia un mega proyecto de estudio, en reflejo de las ambiciones de los políticos locales y el fácil acceso a la financiación». En la Ciudad de la Luz se han rodado 60 películas y «ha recibido el apoyo de la industria hotelera, que cifra en 160.000 las pernoctaciones hoteleras gracias a las productoras y en 3.000 los contratos con empresas. Aunque las cifras ahora han caído en picado.»

[Leer el artículo completo en The New York Times]

Print Friendly, PDF & Email