La advertencia de EEUU de que Rusia está desarrollando un arma antisatélite en el espacio con un componente nuclear, provocó una alarma mundial. El Kremlin lo ha negado tajantemete, pero la inquietud persiste. Especialmente porque varios países están potenciando su investigación espacial e incluso desarrollandos armas para operar allí en un momento de cambios geoestratégicos y con una guerra en Ucrania. En The Conversation profundizan en el asunto y detallan qué implicaría un arma nuclear en el espacio. Pero aunque se señala que la realidad es menos dramática de lo que esto evoca, sí hay motivos para cierta preocupación porque de lanzarse una carrera armamentística en el espacio, esto podría afectar a los satélites y sobre todo generarían un espiral peligrosa ante la dificultad para distinguir cuando las armas son defensivas y cuando ofensivas.

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Spenser A. Warren, University of California, San Diego

La inteligencia estadounidense ha alertado de que Rusia está desarrollando un arma antisatélite en el espacio con un componente nuclear.

Las noticias que especulan sobre lo que podría ser el arma se multiplicaron después de que el republicano Mike Turner, presidente del Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes, publicara una declaración críptica pero alarmante el 14 de febrero de 2024, en relación con la información, que enmarcó como una “grave amenaza para la seguridad nacional”.

Algunas fuentes sugirieron un arma nuclear. Otras sospechan que se trata de un arma de propulsión nuclear, pero no de una ojiva nuclear.

La Casa Blanca confirmó al día siguiente que el sistema ruso en desarrollo es un arma antisatélite instalada en el espacio y que, si se desplegara, violaría el Tratado sobre el Espacio Ultraterrestre de 1967, que prohíbe las armas de destrucción masiva en el espacio. El Kremlin respondió rechazando los informes calificándolos de “fabricación maliciosa”.

Aunque el arma exacta sigue siendo desconocida, los acontecimientos plantean el espectro de las armas nucleares en el espacio en un momento tenso. Las relaciones entre Estados Unidos y Rusia están en su punto más bajo en décadas, y Rusia está librando actualmente una guerra de agresión en Ucrania.

Como estudioso de la estrategia nuclear, sé que los informes de Estados Unidos llegan en un momento en el que el orden nuclear mundial está cambiando significativamente. China y otros están ampliando y modernizando sus arsenales. Irán está cerca de poder producir un arma nuclear. Otros países podrían llegar a querer sus propias armas nucleares.

Al mismo tiempo, varios países están desarrollando nuevas armas para atacar objetivos en el espacio. Esta lista incluye a Rusia, EE. UU., China e India, aunque ninguno dispone actualmente de armas en el espacio.

Esquemas de la Guerra Fría

Las recientes revelaciones sobre las armas espaciales rusas plantean el fantasma de que los países puedan decidir desplegar armas nucleares en el espacio en algún momento. Algunos ya lo han intentado antes.

Los EE. UU. y la Unión Soviética investigaron detonaciones nucleares en el espacio durante la Guerra Fría. A finales de la década de 1960, los soviéticos probaron un misil que podía colocarse en órbita terrestre baja y ser capaz de salir de órbita y transportar una ojiva nuclear a la Tierra.

Un hombre frente a banderas rojas, azules y blancas y junto a grandes cohetes.

El presidente ruso Vladimir Putin pronuncia un discurso durante su visita al cosmódromo de Vostochny el 12 de abril de 2022.
Yevgeny Biyatov/Sputnik/AFP via Getty Images

Ninguno de los dos países colocó armas nucleares en el espacio de forma permanente. Ambos formaban parte del Tratado sobre el Espacio Ultraterrestre y del Tratado de Prohibición Parcial de Pruebas Nucleares de 1963, que prohibían las detonaciones nucleares en el espacio. Moscú y Washington negociaron estos tratados para contener la carrera armamentística de la Guerra Fría.

Estos tratados limitaron el comportamiento a finales de la Guerra Fría. Sin embargo, las violaciones rusas de los tratados de control de armas nucleares, así como la retirada de EE. UU. y Rusia de varios tratados desde 2002, sugieren que podrían no hacerlo en el futuro.

Las armas nucleares en el espacio

Pero ¿por qué querría un país tener armas nucleares en el espacio? Hay varias razones.

Por un lado, porque podría apuntar sus armas nucleares espaciales hacia la Tierra. En teoría, las armas desde el espacio podrían evitar los radares de detección temprana y las defensas antimisiles.

Colocar armas en el espacio para atacar objetivos en la Tierra puede tener motivaciones defensivas u ofensivas. Las armas que evaden las defensas antimisiles podrían garantizar la disuasión nuclear. Se trata de una estrategia defensiva destinada a impedir una agresión contra el Estado que las ha colocado en el espacio.

Alternativamente, estas armas pueden ayudar a un país a estar preparado para un primer ataque, lo que implica tener la capacidad de destruir suficientes armas nucleares del adversario –o los sistemas nucleares de mando, control y comunicaciones necesarios para gestionarlas– para evitar represalias nucleares.

Además, los países podrían apuntar sus armas espaciales hacia otras regiones del espacio, como el arma rusa en desarrollo. Esto evoca imágenes de armas nucleares golpeando asteroides para defender la Tierra de una colisión.

Asesinos por satélite

La realidad es menos dramática, pero no por ello menos preocupante. El uso más probable sería destruir los satélites militares de un enemigo. Dañar los satélites de navegación dificultaría la capacidad del adversario para librar una guerra. Tanto las armas de ataque de precisión como las fuerzas terrestres dependen de constelaciones de satélites como el GPS o el sistema ruso GLONASS para encontrar y alcanzar objetivos.

También es posible que los países deseen tener la capacidad de destruir las armas espaciales del enemigo, incluidas las defensas antimisiles basadas en el espacio. Aunque ningún país ha desplegado aún estas armas, es posible que los dirigentes quieran ser los primeros en desplegar armas espaciales para protegerse de esta amenaza futura.

Lo más peligroso es que estas armas podrían destruir o dañar satélites críticos para el sistema nuclear de mando, control y comunicaciones de un enemigo, incluidos los satélites de alerta temprana que rastrean los lanzamientos de misiles y los satélites de comunicaciones que transmiten órdenes militares.

Las armas nucleares dañan los satélites debido a una onda de radiación gamma que se crea por una detonación nuclear y que daña subsistemas críticos.

Además, este tipo de armas presenta importantes inconvenientes. Entre ellas que una detonación dañaría cualquier satélite dentro del alcance de la radiación gamma, incluidos los del país atacante, sus aliados y los países neutrales.

Sin embargo, un arma nuclear antisatélite basada en el espacio puede tener algunas ventajas sobre otras opciones para atacar a los países. Los sistemas antisatélite terrestres sólo pueden alcanzar objetivos en órbita terrestre baja.

Incluso un arma antisatélite de propulsión nuclear en el espacio crearía una nueva amenaza sin ojiva nuclear. Un dispositivo de este tipo tendría un alcance mayor que las armas antisatélite en tierra y podría llevar a cabo su misión durante un largo periodo de tiempo. Ambos factores aumentarían el número de satélites que podría dañar o destruir.

Muchos de los satélites que un país podría querer destruir se encuentran en órbitas más altas, fuera del alcance de los sistemas terrestres. Este es el caso de algunos de los sistemas estadounidenses que Rusia podría querer atacar.

El interés del Kremlin por las armas espaciales podría ser un intento de reducir la capacidad de Estados Unidos para librar una guerra, amenazar los sistemas nucleares de mando, control y comunicaciones o protegerse contra las defensas antimisiles basadas en el espacio. Otra posibilidad es que la industria de defensa rusa impulse su desarrollo con fines lucrativos.

¿Una nueva carrera armamentística?

Sea cual sea su propósito inicial, la colocación de armas nucleares en el espacio podría ser desestabilizadora. Aunque no existe una definición universalmente aceptada de estabilidad estratégica, los estudiosos suelen definirla como una combinación de estabilidad ante las crisis, basada en el riesgo de escalada nuclear durante una crisis militar, y estabilidad ante la carrera armamentística, cuando los países pueden evitar acciones y reacciones que desemboquen en una costosa y peligrosa carrera armamentística.

Las armas nucleares basadas en el espacio aumentan el riesgo de que un país recurra a las armas nucleares durante una crisis. Tanto las armas que apuntan hacia la Tierra como las que apuntan a objetivos en el espacio crean incentivos para utilizar armas nucleares de forma preventiva.

La amenaza de uno u otro ataque crea presión de usar o perder, incentivando un ataque nuclear preventivo para limitar el daño que puede causar un adversario. A su vez, un ataque nuclear preventivo probablemente provocaría una mayor escalada, terminando finalmente en una guerra nuclear total.

El emplazamiento de armas nucleares en el espacio podría desencadenar una nueva carrera armamentística. Dado que uno de los objetivos de las armas espaciales es destruir las armas espaciales del adversario, Estados Unidos podría responder a las armas rusas con las suyas propias. Rusia podría entonces contraatacar con nuevas armas para mantener su ventaja. Otros, como China, podrían reaccionar a las armas estadounidenses, lo que podría provocar una respuesta de India, seguida de otra de Pakistán.

Las presiones de escalada y la amenaza de una carrera armamentística existen incluso si el primero en actuar coloca armas en el espacio a la defensiva. La introducción de armas espaciales podría crear lo que los especialistas en relaciones internacionales llaman un dilema de seguridad: acciones que mejoran la seguridad de un país pero hacen inseguro a otro.

Las armas defensivas y ofensivas son a menudo indistinguibles. Las armas que podrían mejorar la seguridad de un país protegiéndolo contra la defensa antimisiles basada en el espacio también podrían utilizarse ofensivamente contra los sistemas nucleares de mando, control y comunicaciones. Aunque los dirigentes de un país piensen que el otro está actuando hoy a la defensiva, no hay forma de saber si no pasarán a la ofensiva mañana.The Conversation

Spenser A. Warren, Postdoctoral Fellow in Technology and International Security, University of California, San Diego

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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